sábado, 5 de noviembre de 2016

La dama




   Desde que abrí los ojos al despertar la sensación de su presencia era clara, a pesar de su discreción al mantener una distancia prudente de mi cama pude distinguir su silueta observando cómo regresaba poco a poco a la realidad, con el rabillo del ojo distinguí una difusa sombra indudablemente femenina sentada en mi desordenado escritorio, por un instante la sorpresa elevó mi estado de alerta y tuve que aceptar que debo otorgarle un punto a su favor al manifestarse ante mí con la feminidad por delante, eso me facilitaba saberla cerca, no siempre fue así pero al paso de los años su presencia se ha hecho más familiar y aunque no me agrade más cercana, la muerte está ahí, sentada en mi escritorio, en mi habitación. Sin más al levantarme de la cama le doy los buenos días, la educación no debe de perderse y menos frente a uno de los temores que acompaña a los seres humanos desde el principio de los tiempos, aunque en este presente apresurado y desinteresado de casi todo hasta la muerte ha perdido importancia, ha pasado a convertirse en algo banal e intrascendente que no pensamos hasta que la tenemos encima de alguna forma, quizá por eso tiene esa mirada melancólica, que sé es por una conmiseración hacia estos seres humanos que han deslavado su presencia e importancia en nuestras vidas, la historia más bella y mágica que podemos experimentar y ella siempre tendrá lugar protagónico al final de nuestra historia.
   Pero debo explicarme, la muerte que prefiero llamar “la dama” es uno de los misterios con mayúsculas del que queremos saber más y a la vez preferimos mantener a distancia, como si dependiera de nosotros el momento en que la tendremos frente a nosotros indicando que nuestro tiempo ha llegado, sin duda es una de las incógnitas superiores, el porqué selecciona al siguiente de su lista y que mil veces nos parece un hecho injusto, pero sobre todo qué pasa después, habrá algo más posterior a su presencia o es el punto final de la aventura de la vida.
   La máquina de la mente carbura, mil cosas giran entorno de ella y algo que no puede ser indiferente para un buscador es mirar atrás y darnos cuenta que esto que llamamos humanidad la ha tenido siempre presente, reverenciada y adorada, un simple vuelo sobre culturas anteriores nos deja claro que nunca ha sido algo oculto o que se tome a la ligera, el planeta entero tiene lugares y edificaciones que eran en su honor aparte de que no me refiero a culturas menores sino a las culturas que aún hoy obliga a que las respetemos por nuestra imposibilidad de entender plenamente su grandeza y complejidad, Egipto, México, solo por nombrar algunas nos dejan algo muy claro, en el pasado comprendían su importancia, el libro de los muertos egipcio nos da una imagen de la trascendencia que tenía para ellos el viaje, cuando se cumple todo el ritual literalmente se fundían con sus dioses, el lugar de reposo es fundamental y lo llamaban la morada de la eternidad.
       En el México prehispánico las cosas eran asombrosamente similares, Teotihuacán con su calzada de los muertos, una de sus pirámides originalmente conocida como de la muerte y tiempo después con el nombre de la luna, sus sacrificios iban en la misma dirección, ritual y accesorios para el gran viaje, el viaje a la eternidad, si miramos hacia China la similitud es llamativa, sus guerreros de terracota nos miran solemnes, en Turquía Gobleki Tepe lleva la historia a una encrucijada, los marcadores se mueven hacia atrás miles de años y la historia tradicional queda fracturada, mucho más para buscar y reescribir de nuevo nuestros parámetros.
       Pero más allá del método, la creencia específica que tiene sus variantes, lo fundamental está y nos expresa lo mágico, lo que se repite es la consciencia total de que la muerte es una puerta, un final que nos lleva a un nuevo principio fuera de nuestra realidad material pero no menos real que nuestro paso físico, tantas culturas, tantas creencias que llegan al mismo punto nos lo marcan majestuosamente con sus monumentos que nos miran nostálgicos por tanta miopía de nuestra parte, pero no es todo, un giro de tuerca más, por si alguna duda se resistiera en nuestra mente, el calendario qué convertido en un marcador cósmico nos muestra el ritual vida y muerte más importante, tanto que la mayoría de las creencias confluyen en el mismo lugar, el ciclo estacional que la mayoría identifica con la siembra, la agricultura que repite una y otra vez su maravilloso ciclo, su cierre símbolo de final o muerte y vuelta a empezar, nosotros como parte de la magia natural somos seres cíclicos, nacemos, crecemos, morimos, celebrado con el Samhain celta y su fin de año agradeciendo el cierre de un ciclo más, semilla de el desvirtuado y no bien comprendido Halloween que como no, celebrado coincidentemente en el mismo lugar del calendario por la religión imperante, el cristianismo que montó sus celebraciones en las temidas y relegadas paganas,
         Aunque se supone que el empatar las fechas fue un acto de buena fe para que los no creyentes "aceptaran" de mejor forma la nueva religión, creo que existen razones más poderosas, cuando analizamos con mente desnuda de términos y tendencias de pensamiento y solo nos remitimos a los hechos, es indudable que este cierre de ciclo final de otoño principio de invierno está plagado de hechos extraños, muchas veces inexplicables, en algunos casos difuminados en leyendas y mitos, otros más recientes nos dejan con la certeza de que el velo entre las dos realidades, la física y la inmaterial están más cerca en estos momentos, la tendencia de hacer ritos y sacrificios se pierde en tiempos inmemoriales, viene caminando con la humanidad desde milenios atrás.
       La gran pregunta es inevitable, porqué el ser humano que se dice hasta convencerse a sí mismo que somos más, que hemos evolucionado y que esas creencias fueron el signo de una época ignorante que desconocía casi todo, -¡seguimos así, quizá peor!- se ha girado al todo material, a lo físico y palpable dejando de lado la esencia de milenarias culturas que aun hoy nos asombran y que tenían una visión infinitamente más amplia de la pobre y reducida que piensa tener respuesta para todo, que no cuestiona por pensar que existe respuesta y presupone que no hay más que lo que puede mirar y palpar. La realidad es que existen tendencias de pensamiento que parecen satisfechas con nuestra reducida visión, consumir es el dogma, satisfacción rápida, todo queda obsoleto hasta nosotros mismos con prisa desmedida, las grandes preguntas, en otro momento quizá.
       Fresco está el paso del día de muertos, las calaveritas, los disfraces fueron lo atractivo de una celebración más, pero ojalá pensemos un poco en todos los ausentes, en todos los que con su vida nos mostraron el camino de este ciclo maravilloso, la mejor forma de celebrarlos es viviendo con mayúsculas, haciendo que nuestro paso por esta realidad valga la pena, teniendo muy claro que hoy celebraremos pero mañana seremos recordados por nuestro paso por el mundo, que así sea...  
       


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