jueves, 29 de diciembre de 2016

Una jaula llamada realidad

   





   Los seres humanos somos una bella paradoja, somos un contenedor maravilloso capaz de ser día y noche, pudiendo ser generadores de lo más sublime y lo más terrorífico, el rango es literalmente infinito abriendo una gama de posibilidades inmensa y a la vez abrumadora, el gran secreto es qué hace que podamos elevarnos a lo sublime o descender a la oscuridad o peor aún, quedarnos sumidos en un letargo donde parece que vamos por la existencia ajenos a casi todo, indiferentes a la magia de la vida, sin ser capaces de percibir la maravilla que emana de nosotros mismos, eso que llamo ser un “durmiente” y que con tristeza tenemos que reconocer que es la gran mayoría, una mayoría estática e indiferente que no quiere ver en lo que se ha convertido.
   Una de las sorpresas más extrañas que este lunático buscador ha encontrado en su camino es reflexionar que en otros tiempos, aquellos a los que regreso con frecuencia que están en la mágica infancia, donde la posibilidad de tener acceso a información era algo complejo, algo que hoy puede hacerles sonreír, no se tenía la maravilla de la red que al golpe de un clic nos da posibilidades impensables, y que en aquellos inicios era imposible, haciéndonos sentir incapaces de obtener más piezas de este extraño rompecabezas, aparte de ir marcando en el alma nuestra extrañeza y locura, convicción que cada mirada a nuestro alrededor confirmaba, recuerdo nítidamente la expresión de amigos y familia en una reunión en casa donde servidor expresó su convicción de ser vigilado por algo extraño y externo, algo que suponía era extraterrestre, -era mi hipótesis de trabajo en aquellos tiempos- y percibir en la mirada de quién escuchaba aquello que decía atónito y miraba a mi madre como preguntando si era normal que un chaval que recién cruzaba su primera década en este mundo estuviera tan loco o por lo menos enfermo, mi madre en silencio respondía con lo que pudo ser una sonrisa forzada pero que dejaba expuesta su duda, quizá su primogénito estaba loco, pero ella lo amaba igual, -para bendición de quién les escribe- y todo esto logró hacerme pensar que en realidad era un forastero en un mundo extraño en el cual no encajaba -¡aún me siento así!- y que emprendía sin saberlo en aquel tiempo el inicio de una travesía maravillosa pero solitaria.
   La ruta estaba marcada y las sorpresas aparecían una tras otra, unas eran bellas, al paso del tiempo fui descubriendo que no era un loco solitario, que habían otros que dudaban y suponían que algo ocurría, en principio, de la mano de libros arrumbados y poco comerciales pero que proponían, miraban y analizaban cosas extrañas y tal como si esos locos jugaran un juego, cada uno aportaba una pieza nueva al rompecabezas y con cada una la idea comenzaba a tener forma. Algo ocurre, algo hace que esta maravillosa maquinaria humana se desajuste y le cueste conectar con el universo para llegar a donde su potencial indica y esto no es accidental, esto es un silente y deliberado plan para mantenernos cautivos y que no nos demos cuenta que estamos dentro de una jaula, una tan maquiavélicamente estructurada que parece locura de unos pocos, ojalá lo fuera.
   Sé cómo suena esto, parece un delirio carente de sustento pero no soy el único, existe una gran cantidad de “lunáticos” que muchas veces han elaborado artesanalmente sus teorías y que con el tiempo se han convertido en serias hipótesis de trabajo, cuando uno se sumerge, descubre un océano de información que nos saca del cajón de los locos solitarios, pensar que mucha gente sin conocerse, sin saber que existen otros que también han captado alguna de las extrañas anomalías que el ortodoxo y el miope -por no llamarlos de otra forma- minimizan y reducen a lo que se conoce como “teorías de la conspiración” que en principio parecen inconexas, sin nada que ver entre sí, pero cuando se ve el cuadro completo lo que obtenemos es escalofriante, hace que esta realidad tenga una imagen completamente distinta a lo que suponemos, algo pasa y es un fenómeno multifactorial que hoy comenzamos a analizar, este en especial es importante ya que de alguna forma nos toca, viene escondido en algo que a todos nos causa un efecto que raya en lo mágico y me refiero a la música.
   La música es una de esas maravillas que es muchas cosas a la vez, puede ser un espejo, una ventana o una puerta, depende del que escucha y qué escucha, a través de su vibración nos lleva o nos trae emociones y sensaciones que sin duda pueden “romper” nuestro cerrojo sacando esa gama mágica que es la capacidad de sentir, algo que parece perderse, preferimos escondernos de lo que sentimos y por eso su importancia, imaginen qué mejor forma de ocultar algo, algo que sin saberlo nos desajuste. Eso es lo que parece ocurrió, nos remontamos al siglo pasado en el año de 1939 surge un decreto emitido y parece bien ocultado por un oscuro alemán nazi con apellido Goebels donde estandarizó un “ajuste” a la afinación de la música que fue aceptado tiempo después por la Organización Internacional de Normalización llevándolo del que se usaba que era a los 432 Hz y pasó al 440 Hz que es el que usamos en la actualidad, pareciera algo nimio, insignificante y casi imperceptible desde nuestro plano consciente pero el efecto en nuestra maquinaria interna es abrumador, piensen esto, todo en este universo es vibración, la naturaleza baila una danza eterna y mágica, toda la materia vibra y el planeta no es la excepción y ese 432 embona con la vibración de nuestro vehículo estelar mucho mejor que nuestro 440 oficial que causa lo que por resumir es un conflicto en los centros energéticos conocidos como chakras, se dice que desajusta nuestro “centro corazón” los efectos físicos, estrés, cansancio, des concentración, cosas poco comunes, ¿no creen? 
   Es llamativo que muchos “avances” de nuestra época son cuestionables en más de un sentido por las repercusiones en los que deberían tener o sentir sus beneficios que somos nosotros, la información al respecto es abundante y me parece más que llamativo que en una época a la que regresaremos en más de una ocasión que es los ya lejanos años cincuenta, porque en ese tiempo se ha gestado hechos singulares que iremos viendo poco a poco, que extraño es que se haga un ajuste que provoca una desarmonía, por decirlo simplemente nos desafina con la vibración del planeta, es impresionante que nuestro oído tiene algo llamado “coclea” que parece una caracola marina que vibra y es compatible armónicamente con ese 432, es maravilloso descubrir que la naturaleza se ajusta a términos como la proporción áurea que enlaza con la famosa secuencia Fibonacci, es decir con un diagrama mágico que parece la firma del creador de este universo, la matemática nos da clases de mística y nos hace más que entender, sentir que existe un diseño maravilloso y complejo en la creación, que extraño es ver que ciertos estamentos se empeñan en ir en contra de ese diseño, eso es lo más importante de estos detalles extraños, tristemente son muchos y eso es lo que me dice que existe algo anómalo, algo que se oculta, de lo que no se habla abiertamente y cuando se busca encontramos omisiones, cuestionamientos de una estructura bien armada que es la ortodoxia, el poder oficial que no ataca, se reduce a omitir, a borrar disimuladamente datos que parecen quedar volando y crean la duda en el profano que se ha acostumbrado a preguntar y acepta las respuestas de esa estructura pero si vemos la imagen completa veremos que hay “algo” detrás de la imagen, la realidad que damos por sentado es y existe pero está saturada de disonancias, de hechos que no deberían estar ahí, las preguntas comienzan a formarse en una larga cola, esperando su turno para el tiempo de respuestas, quién, cómo y sobre todo porqué, créanme que hay muchos hechos y pocas respuestas, las pocas que se van descubriendo nos llevan a pensar que en verdad hay algo oculto detrás de todo esto, este es el primero de muchos hechos que nos hacen vislumbrar una jaula en la que está montado esto a lo que llamamos realidad.

martes, 20 de diciembre de 2016

Mi particular estrella de Belén

   El final de un año es el marcador más simple que usamos para medir nuestro paso por la experiencia de la vida, los años se acumulan y con su paso ésta se nutre de experiencias que nos regalan otra herramienta importante para nuestra caja personal que es la experiencia en primera persona, el paso de los hechos de nuestra vida filtrados por nuestra maquinaria, marcan lo que somos, la vivencia directa es fundamental, pero muchas veces no alcanzamos a dimensionar en su justa medida al vivirlo. Cuando son hechos ocurridos en la mágica fase de la infancia nos falta información, no tenemos lo suficiente para contrastar y analizar pero la imagen de algunos de ellos queda fundida en el alma, su marca es indeleble y permanecerá en nosotros siempre, sólo al recordarlo y reflexionarlo toma su verdadero poder, resurgen de nuestro almacén mental y desde algún tiempo tiendo a pensar que existe una razón, una causa por la que olvidamos o mantenemos los recuerdos, este hecho ya es misterio en sí, pero la historia hoy viene una vez más de algo vivido en los primeros diez años de la vida del que ahora les cuenta, esta vivencia en especial creo fue causa, hecho que transformó mi forma de percibir el mundo y que me regaló una de la preguntas eternas en mi camino, hoy mi hipótesis respecto a lo que ocurrió es totalmente distinta pero lo vivido sembró raíz en el alma de este buscador, que a los siete años tuvo su primer encuentro con lo que está más allá de lo físico, con ese mundo paralelo que sin duda existe y acompaña a los humanos desde siempre, el nombre varía, depende del observador, este buscador lo interpretó en primer momento con lo lógico en el contexto del momento vivido, pero sobre todo, con la información contenida en lo que llamaremos el “disco duro” mental hasta ese momento, después mi mente surcó por una respuesta más extraña, algo que disparo mis sentidos a otros mundos literalmente, la posible presencia de seres de otro mundo, uno de mis misterios consentidos, quizá por ser el que me atrapó inicialmente, pero hay mucho más…
   Pero subamos a la máquina del tiempo, regresemos a los años setentas donde las cosas eran diferentes, no sólo porque aquel Distrito Federal, capital de la República Mexicana ya no existe, ahora es la CDMX, sino porque quien les escribe era un chaval de siete años y su preocupación en aquel diciembre del año 1977 era únicamente la llegada del “Niño Dios” y no exactamente por la celebración de la Navidad en sí, sino porque esperaba ansiosamente los regalos que traía con su llegada, siempre me pareció raro que el “festejado” trajera regalos pero su excentricidad no la cuestionaría, era la tradición llevada en casa y debo decir que aquella historia ya me mostraba lados débiles, tenía dudas, pero los regalos eran los regalos y mi emoción estaba a tope, el tiempo me mostraba sus paradojas, aquel 24 de diciembre me pareció que pasaba lento, muy lento. Las horas parecían durar el triple, miraba mi reloj y la hora parecía detenida, mi urgencia de que terminara el día para despertar, correr a la sala y tomar del árbol navideño mis juguetes lo sentía aún muy lejano.
 Pero todo inicia y termina, aquel eterno día llegó a su fin y con él la emoción le dio un buen puntapié a la espera y al aburrimiento que me tenían secuestrado, mientras la luz se marchaba los latidos de mi corazón aumentaban su ritmo, la larga espera de un año terminaba, ¿encontraría lo solicitado en mi carta al Niño Dios? mis peticiones siempre fueron especiales e inusuales, ¡pero qué pregunta!, era un dios y podía hacerlo. Poco después llegó la orden de mi madre para irnos a dormir, creo que era el único día del año que mi hermano y yo no oponíamos resistencia al toque de queda, quedaba menos tiempo de espera y me daba mis mañas para quebrar aquella orden, -siempre lo he hecho- debajo de mi cama tenía una lámpara de mano que encendía para leer debajo de las cobijas, así le ganaba horas al tiempo de dormir, la lectura me empezaba a causar adicción. Las horas pasaban, no tengo claro cuánto tiempo había transcurrido pero la calma imperaba y el silencio sólo se rompía cuando daba vuelta a la hoja del libro que me tenía atrapado, me había olvidado del consejo de mi madre que nos decía que si no estábamos dormidos cuando El Niño Dios pasara por la casa seguiría de largo y no tendríamos regalos a la mañana siguiente, lo decía con esa seguridad que sólo una madre puede ostentar, la advertencia quedaba ahí y nunca tuve intención de retar a alguien con esa seguridad al hablar, lo cierto es que aquella lectura me tenía atrapado, hasta que algo me sacó de mi trance, una intensa luz, -sólo imaginen estar debajo de las cobijas-  lo primero que pensé fue que había sido pillado por un operativo de vigilancia sorpresa de mi madre, pero aquella luz era distinta, era lo suficientemente intensa para percibirla debajo de mis cobijas, aparte no vino acompañada de ningún sonido, si hubiera sido mi madre no estaría ese silencio, tendría que decirme algo y el regaño no llegó, espere un momento, quizá buscaba sorprenderme pero poco a poco el sorprendido era yo. Todos los sonidos se esfumaron, sentí una extraña sensación que en aquel momento no podría definir, sorpresa, miedo, ¿pero a qué? 
   La sensación era muy rara, pensé rápidamente, quizá una broma pero los segundos seguían corriendo y no llegaban las risas y el desenlace, no me quedaba más que destaparme y enfrentar lo que fuera, mi corazón latía más aprisa, aspiré y sin más me destapé, sin quererlo cerré los ojos…
 Lo que encontré al abrirlos no podía imaginarlo ni en mis más alucinantes sueños, tardé unos instantes en reaccionar, la palabra más cercana a lo que sentía era sorpresa absoluta. Cuando algo irrumpe en tu realidad, algo que se supone no existe, ocurre en nuestro interior un ajuste irreversible, algo explota y hace que jamás volvamos a ver este mundo con los mismos ojos, eso fue exacto lo que sentí al ver mi habitación iluminada como si fuera día, la luz provenía de mi ventana, una luz descendía lentamente, tan grande como la ventana misma, -unos dos metros y cincuenta centímetros aproximadamente-  y se detuvo ahí en mi ventana, en un cuarto piso, en una céntrica colonia de una de las ciudades más grandes del mundo…
   A partir de ese momento la concepción del tiempo sufría un desfase, no tengo claro cuánto tiempo me quedé mirando la luz, lo que recuerdo como si lo viviera de nuevo, fue la explicación que le di a “aquello” suspendido frente a mi ventana, ¡El Niño Dios había llegado! en segundos vi el rostro de mi madre diciéndome ¡te lo dije! La sorpresa quedó ahí atropellada por la angustiosa sensación de haber cometido una infracción grave que tendría castigo, ¡mis juguetes se despedían por mi necedad! en un inocente reflejo tratando de componer aquel lío sólo se me ocurrió cubrirme con mis cobijas a la velocidad del rayo, quizá El Niño Dios estuviera mirando a otro lado y no alcanzara a observar mi osadía.
   Por si esto no les parece mucho lo más extraño fue que no tengo recuerdo alguno de los instantes posteriores a mi gran escape, el siguiente recuerdo que tengo es el verme sentado en la alfombra de la sala, a lado de un hermoso árbol natural que fuimos a cortar al bosque de los árboles de navidad como hacíamos cada año, leyendo absorto el libro que El Niño Dios me trajo esa inolvidable noche, “Un mundo nos vigila” de Pedro Ferriz, por el que mi padre vestido de incógnito, magia maravillosa con que nuestros padres embellecen nuestra infancia, sufrió lo indecible para conseguirlo en una noche en que las bicicletas, las pelotas y demás juguetes son lo más buscado, no contaba con que los lunáticos requerimos de cosas diferentes.
   Preguntas posteriores, ¡todas! Las hipótesis de trabajo han aumentado con el paso de los años haciendo más grande la búsqueda, la posibilidad de una abducción, tema recurrente en la casuística ovni, los tiempos perdidos son el regalo con que quedan miles de testigos que han pasado por eventos de este tipo, la posibilidad de alguna reacción neuronal que causa situaciones extraordinarias y que las neurociencias buscan “entender” lo que ocurre en nuestro cerebro, uno de los misterios más grandes a los que podemos enfrentarnos, en ese lapso entre los siete y diez años ocurre lo que se conoce como poda sináptica, provocando cambios en la forma en que se conduce la información en el cerebro infantil y es un parteaguas entre la infancia y las siguientes etapas, lo real es que los solsticios y equinoccios son marcadores que esta humanidad de la mano de sus creencias, mitos y religiones se han empeñado en “celebrar” vestidos de las más variadas formas, pero las creencias caen “coincidentemente” en estos marcadores, fechas en que ocurre una mágica mezcla entre lo físico y lo que está del otro lado, el efecto sociológico, causante del germen del cambio, la inobjetable realidad del antes y después de estos hechos en el observador modificando su manera de ver, percibir y entender su realidad.
   Las preguntas se acumulan dejando a su paso un universo por descubrir, cada día llegan a nosotros nuevos datos, estudios y en algunos casos pruebas de hechos imposibles confirmando su realidad y muchas veces su mala interpretación, pero lo más importante es que cuando lo mágico nos guiña un ojo y nos muestra una chispa de lo que ocurre quizá a un gran puñado de lunáticos transformándolos, eso es absolutamente real, tanto como el dispositivo en que aterrizó mi vivencia y mi locura, la magia existe y es más grande que lo que cualquier historia mítica puede expresar, su poder es hacernos mirar a través de la maravillosa ventana que sólo se puede mirar si se abre nuestra mente y alma, mensaje poderoso en esta realidad miope y acelerada, estamos a unos días de nuestro paso por uno de estos marcadores, uno de los más importantes y deseo que la magia les toque de cerca y se unan a los lunáticos eternos en la travesía de la búsqueda, que así sea y mis mejores deseos vuelen por el universo de la red y lleguen a donde se encuentren.
   

domingo, 11 de diciembre de 2016

El enigma del número 11

  Cuando hablamos de misterio ocurre en nosotros un fenómeno fascinante que hace que nos enganchemos, nos hace entrar en una espiral infinita que comienza sin pensarlo, algún tema de esos que se consideran extraños, algunos nos llaman y de ahí comienzan las preguntas, con una llegan otras logrando que lo que en principio era una búsqueda específica se multiplique y de pronto nos descubrimos sumergidos en una infinidad de teorías, conocimientos, filosofías que dejan en nuestra alma y pensamiento la sensación que se siente cuando miramos la mágica vista de una noche estrellada, esas, donde miles de luces brillan, todas y cada una es una pregunta específica, un lugar, un sueño.
   El camino del buscador suele ser más menos el mismo, un evento lo suficientemente importante para hacernos mirar, para hacer una pausa en nuestra vida habitual y que nuestra maquinaria, la más humana y bella, la que nos hace pensar, analizar, preguntar y buscar. Esto es el equipo de fábrica de todo ser humano, pero con pena somos testigos de su cada vez más frecuente olvido, los durmientes no la necesitan, les dicen que todo está inventado y lo que es peor, lo creen.
Pero la semilla se arraiga y florece, la curiosidad hace el resto y la búsqueda empieza. Los misterios clásicos nos dan la bienvenida al universo donde las preguntas jamás terminan. Algunos se detienen quedándose en esta antesala, los tiempos, las dudas y muchas veces el temor hace que con cautela sólo miremos esa puerta que nos lleva a las incógnitas mayores, a los lugares donde se encuentran en los más diversos y en apariencia distintos misterios que tienen puntos en común, se descubren conexiones extrañas, verdades ocultas y una gran maquinaria que parece “entender” desde otro nivel el misterio, parece que existe un lenguaje, un código que se ha preservado a lo largo de la historia y que es hilo conductor en las cosas más impensables y que a primera vista parece locura, pero créanme que no lo es y sólo por nombrar alguno les contare del enigmático número 11.
   Este número es considerado uno de los números maestros, desde el punto de vista de las sociedades secretas sólo por nombrar alguna, la masonería en su rito escocés le considera fundamental y divide por decirlo de alguna forma el conocimiento, los primeros once niveles hacen al “hombre verdadero” los siguientes once lo hacen “pontífice” para que los últimos lo hacen “soberano” como pueden ver el 33, 3 veces 11. Desde otras filosofías se le considera el portal, el primer paso importante del iniciado, los vedas lo expresan con el primer nivel de once es creado en el cielo, los siguientes en la tierra y los últimos en aire, en la cábala hebrea es igualmente importante, el once es el “kaf” la corona y representa la auto realización a partir de la fe y la voluntad.
  Como pueden ver es más que interesante que filosofías y creencias en teoría inconexas “armen” su cosmogonía a partir de este singular número, he aquí uno de los factores básicos para el buscador, la repetición; cuando abre su mira comienza a encontrar patrones que se repiten y coinciden más allá de la simplista excusa de la casualidad, existen en este caso concreto una impensable cantidad de “hechos” que aterrizan en este número que genera muchas incógnitas como puede verse, pero si el hecho de que filosofías tan alejadas le consideren, entramos a donde el misterio crece y de qué forma, eventos que se han teñido de importancia histórica y que cuando los vemos desde este ángulo toman otra dimensión, abróchense los cinturones, el 2 del 11 de 1945 a las 11 de la mañana se dio el cese a la Segunda Guerra Mundial pero cada año a las 11 de la mañana del día 11 se guarda un minuto de silencio por los caídos, se le llama el día de la remembranza, el 11 de septiembre de 1973 en Chile celebran el golpe de estado de Pinochet y posteriormente se le cambió el nombre a día de la unidad nacional, la misión espacial más famosa donde nos dijeron llegó el hombre a la luna fue la mítica Apolo 11, el 11 de mayo de 1981 en España se da el famoso caso de la neumonía atípica mejor conocido como el síndrome de colza, el 11 de marzo del 2004 se da el mayor acto terrorista ocurrido en España dejando 191 víctimas, número que de nuevo al sumarse da 11, no podemos dejar de nombrar el más famoso que fue el 11 de septiembre del 2001 donde ese gran once que eran las torres gemelas de Nueva York fueron derrumbadas por un primer avión que era el número 11 con 11 personas donde creo inicia lo que llamo “la era de la mentira” -de la que hablaré en otro momento- y que fue 11 años antes del “fin” del calendario maya.
   Aquí el misterio da un giro de tuerca más, no sólo el hombre ha marcado este número con eventos, de hecho creo que se está conmemorando una cifra que es de alguna forma un marcador en el diagrama de este universo y lo saben, al hacer coincidir en esta fecha tantas cosas y la naturaleza o el destino no se queda atrás, el agujero negro central de nuestra galaxia da un giro cada 11 minutos, la parte más profunda del océano es de 11 kilómetros, el 11 de mayo de 1974 un terremoto en China dejó 20000 muertos, otro 11 pero de marzo del 2011 Japón es azotado por otro terremoto dejando miles de muertos y uno de los mayores desastres nucleares hasta ahora, el ciclo solar es de 11.1 años, si multiplicamos 1111 por 1111 da por resultado una escala fractal escalofriante, 1234321, imagínenlo es una pirámide inacabada, del 11 de septiembre quedan 111 días para el término del año y es el día 254 que sumado da de nuevo ¡11!
   Este es un buen ejemplo de lo que considero misterios mayores, el universo nos ha dado un código mágico a través de las matemáticas y no tengo duda que este conocimiento conecta de alguna manera a una “inteligencia” por llamarla de alguna forma que sabe cómo funciona este universo y lo mantiene reservado para una minoría que usa o celebra este número que parece una llave o una puerta para algo lo suficientemente trascendente como para mantenerlo oculto, la búsqueda como pueden imaginar es inmensa, sólo nos queda mantener los sentidos atentos para poder descubrir y colocar una pieza más de este mágico rompecabezas, hoy día once que espero que desde ahora lo vean de forma distinta, el misterio es la maquinaria que hace girar esta vida que vivimos seamos conscientes o no…

viernes, 2 de diciembre de 2016

El libro de los hechizos

El libro de los hechizos, una joya invaluable
  








   Quien, cómo y porqué son preguntas que nos hacemos una y mil veces a lo largo de la vida, qué situaciones tuvieron que ocurrir para que llegáramos al lugar y las circunstancias en las que nos encontramos en el presente, en donde muchas veces nos sentimos en un callejón sin salida. Algunos, impulsados por una extraña inquietud que a la vez parece extinguirse poco a poco, en una actualidad que supone “saber” todo pero parece perder fácilmente la brújula en el intento de encontrar lógica a lo que muchas veces consideramos sorpresivo y hasta injusto en el camino.
  En esta búsqueda olvidamos que el primer lugar donde explorar es dentro de nosotros mismos, dentro de la más potente máquina de misterios a la que podemos accesar que es nuestra mente. Existen muchas veces, ocultos en los rincones de la memoria las huellas y las razones que nos han hecho ser lo que somos, como en tantas otras búsquedas, los durmientes se empeñan en buscar afuera lo que está dentro, ahí está la estructura y la configuración básica de nuestro ser, las semillas que con el tiempo y lo vivido moldean poco a poco lo que llamamos nuestro “yo.”
  Cuando afinamos la mira y comenzamos el viaje hacia lo profundo de nuestro ser en busca de razones podemos descubrir lo que llamo “esas pequeñas grandes cosas” que sin importar que pueda pasar media vida y no recordarlas fácilmente, conservan su efecto en nosotros. Tiene que llegar algo, en apariencia sin importancia, quizá un comentario, que parece totalmente inconexo con nuestro presente, y aún más con nuestro pasado, pero cuando como por magia retornan a nosotros nos producen un impacto tal vez más poderoso que cuando lo vivimos por primera vez, el tiempo les da un color distinto, la perspectiva los muestra en su real magnitud y nos sorprenden regalándonos algo que ha estado ahí y que tiene el mágico poder de darnos esos porqués anhelados. Tal es el caso en una reciente conversación que giraba en torno a la falta de sentido, donde el hastío que esta rutina obsesa que nos forzamos a llevar nos hace olvidar en el camino nuestro razón, nuestra verdadera vocación que tristemente la mayoría de las veces queda olvidada en el camino y en broma me cuestionaban cuándo y dónde me había transformado en un lunático buscador, en un curioso irremediable que ve misterios en todo lo que nos rodea y la causa, al menos una de ellas, llegó nítida a mi mente. 
   Los recuerdos brotaron sorpresivamente llevándome a mi infancia, entre los diez u once quizá, retorné a la colonia Narvarte de la Ciudad de México, en un departamento de un cuarto piso, dos recamaras y un baño donde me ocurrieron muchas cosas, el recuerdo me hace verme bajar las escaleras y dirigir mis pasos sin mucho ánimo, los encargos nunca fueron mi fuerte, no me agradaba que me mandaran, mis problemas con la autoridad y lo establecido con el “"debe ser así” comenzaron muy temprano, me vi salir del departamento y caminar hacia el VW sedán de mi padre que mi hermano y yo llamamos “Gervacio” el porqué es otro misterio por resolver; tenía la encomienda de recoger del carro el periódico y las revistas que religiosamente leía mi padre, la política era uno de sus intereses que en aquellos tiempos no entendía y ahora creo que mucho menos, pero de pronto algo me hizo salir del aburrimiento por mi forzada misión, la sorpresa surgía de donde menos lo hubiera esperado, entre las revistas había un libro. El hecho en sí nada tenía de sorpresa, mi padre es un asiduo lector, lo que me estremeció fue la portada y el nombre de aquel libro… “El retorno de los brujos” 
   No sé cuánto tiempo estuve mirando aquella portada, mi mente comenzó a girar tratando de entender aquello, la palabra “brujo” me causaba un efecto de curiosidad y en aquel tiempo temor porque era y es un término asociado a la oscuridad y al mal, mi mente siguió girando incontrolable, imaginé a mi padre con una túnica negra haciendo hechizos en la oscuridad de la noche, ¿podría volar, qué poderes tendría escondidos? de pronto me sentí culpable de no cumplir de buena gana sus órdenes, quizá el castigo sería… 
   Sin perder ni un segundo tomé las cosas y subí rápidamente a cumplir con mi encargo, recuerdo como si lo estuviera volviendo a vivir, la manera en que le miré al entregarle su periódico, revistas y aquel libro. Intentaba descubrir algún detalle que le delatara pero lo único que noté fue una mirada de curiosidad por la forma en que yo lo veía, ¡pero cómo no lo imagine!, ¡podía leer la mente! Me había descubierto, sin más me retiré a mi habitación esperando que el castigo por escarbar en su secreto no fuera lo que mi mente imaginaba.
   Pero lo mágico aún no comenzaba, los siguientes días dieron paso a lo que considero mi primera investigación, no perdía detalle de su proceder, le observaba permanentemente buscando algo, pero fracasé rotundamente, mi hipótesis de trabajo era que como había leído mi mente fue más precavido en ocultar su secreto, desde aquel instante mi curiosidad por lo que ocurre en la mente fue uno de mis enigmas favoritos y las sorpresas no paraban en mantener mi mente alerta. Al paso de un mes, -por lo menos eso recuerdo- mi padre terminó la lectura de su libro y aquel pasó al sitio donde los guardaba, un viejo e inmenso ropero de madera -así lo veía entonces- la segunda fase de mi investigación comenzaba, hacerme de aquel libro para descubrir sus secretos, ya me imaginaba volando o haciéndome invisible cuando pudiera aprender lo que aquel libro contenía.
   Su lectura no fue simple, tuve que recurrir mil veces a un diccionario por el universo de palabras recién descubiertas, de su lectura puedo decir que derivó en leer por lo menos ciento cincuenta libros que por su causa leí posteriormente, su magia me atrapó, la lectura es una de las partes más bellas de mi vida, un libro es muchas cosas al mismo tiempo, es puerta, es ventana, es espejo, es una máquina para viajar en el tiempo, es un universo desconocido y a la vez tan cercano, el íntimo acto de entrar en el alma de alguien que no conocemos, es misterio y descubrimiento.
   Pero no es todo, efectivamente había hechizos en aquel libro, su hechizo le ha dado forma a mi trashumar por este planeta, su propuesta, “el realismo fantástico” ha sido la búsqueda permanente que acompaña mis pasos, con el aprendí a volar, estoy la mayoría del tiempo en el aire con todo lo bello pero con todo lo inconveniente que esto puede generar en un mundo donde lo material y pragmático son dogma y a través de su óptica no se entiende que el hecho más fantástico es simplemente el olvido o la omisión de un conocimiento que le hace vestirse de magia, su lectura me convirtió en un aprendiz de hechicero que aspira a la apertura permanente de la mente. Ahora mientras escribo estas letras descubro una causalidad mágica, es un hecho documentado que los brujos y hechiceros transmitían su saber a sus líneas de sangre, la genética es magia que transmite informaciones codificadas de formas que aún ahora no alcanzamos a comprender, esas pequeñas grandes cosas me hacen que escriba partiendo de un recuerdo que llegó sin esperarlo, de la manera más “casual” que conecta con el brujo que me heredó locura, capacidad de volar, él permanece en el aire más tiempo que en la tierra, la tórrida pasión por la música, mi otro mágico misterio, ese brujo que tiene mucho que ver en la manufactura de este lunático eterno y que cumple años el día dos de diciembre, fecha en que subo al universo de la red este puñado de sueños, ¡Felicidades Papá!
   

miércoles, 23 de noviembre de 2016

El secreto de Kukulkán

   


 








   Los tiempos que corren, nunca mejor dicho nos llevan a un ritmo vertiginoso que hace que muchas veces sin querer dejemos atrás cosas, cuesta observar y sobre todo entender lo que pasa todos los días a lo largo y ancho del planeta, que no para de mostrarnos lo poco que entendemos y comprendemos de casi todo, un pequeño sondeo sobre cualquier tema deja mal parado nuestro supuesto conocimiento, es una triste paradoja de este tiempo en que tenemos a la mano un universo de conocimiento e información. Es tanta la cantidad de hechos y datos a los que tenemos acceso que es literalmente imposible analizarlos correctamente, el tiempo es el recurso faltante para contrastar debidamente los miles y no exagero, los miles de sucesos extraños que esperan pacientes su tiempo para sorprendernos.
   En este contexto cobra una dimensión especial que una noticia cualquiera nos llene de sorpresa, que nos saque del letargo y de la cansina rutina en la que permanecemos sumidos y arranque los motores del instinto, herramienta fundamental para el que busca. Llegan a nosotros poderosas y su vibración no pasa desapercibida, algunas veces por fortuna nos topamos con hechos y noticias de los que se hablará mucho, desde todas las ópticas.
   Tal es el caso de la noticia surgida dias atrás, el 17 del presente mes y que como es usual fue relleno de espacio en los segmentos noticiosos, la manera de presentarlo marca la forma en que será recibido por quien lo escuche, esto es un eficaz método para “esconder” frente a todos hechos trascendentes que deberían ser la noticia principal, no sólo un hecho “curioso” que como tal será anécdota rápidamente que se diluirá con el cúmulo de informaciones que literalmente aplastaran esta debajo de muchas otras con seguridad menos importantes.
   El hecho fue dado a conocer en conferencia de prensa, expertos de geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México dan a conocer que con una moderna técnica no invasiva desarrollada por ellos, llamada “Tomografía tridimensional,” con ella lograron “ver” dentro de la pirámide confirmando la existencia de una pirámide interior de 10 metros de alto dentro de la principal o visible, una escalinata que termina en lo que llamaron un “adoratorio” que por si fuera poco está construida sobre un cuerpo de agua, un cenote. Sugieren que la antigüedad se va a los años 500 después de Cristo, es decir al periodo llamado de los “Mayas Puros” antes de que se mezclaran, es decir a la etapa que es considerada el origen de esta colosal y meteórica cultura, que tiene un periodo “decadente” datado entre el 1050 al 1300, época donde se cree fue terminada dando como resultado “El castillo” como es conocido en la actualidad esta maravilla ubicada en Chichén Itzá México.
   Hasta aquí la noticia y las alarmas del instinto gritan, primeramente ¿porqué darlo a conocer ahora? si desde los años treinta del siglo pasado se sabía de una segunda pirámide dentro del castillo, es decir, esta recién descubierta es una tercera y no creo que en aquellos años tuvieran esta técnica, esto no es un descubrimiento, es la confirmación de una teoría conocida desde que esta zona fue “descubierta”, existen escritos desde 1560 de el inquisidor franciscano Diego de Landa que investigó de la única forma que conocía, sembrando injusticias y matanzas dignas del mejor asesino serial para “conocer” hechos de los mayas que concluyó con la quema de infinidad de códices y demás registros de valor, versión oficial pero esto solo cubría el ocultamiento de dichos legados que han sido guardados y vistos sólo por algunos “"elegidos”. Años después, en 1860 el francés Desiré Charnay inmortalizó el resurgimiento del monumento a la serpiente emplumada, traducción de Kukulkán en históricas fotografías, hecho prodigioso porque debemos recordar que la selva es un devorador implacable de todo y en aquellos tiempos lo visible eran peculiares cerros, como tantos otros que se pueden ver actualmente y seguramente son también pirámides, un conocimiento primordial se intuye, no es algo poco frecuente, cuando se indaga en las entrañas históricas de casi todo se descubre un conocimiento previo que por alguna razón es desestimado y con el tiempo olvidado.
   Como pueden ver hay mucho de fondo en esto, el misterio como todo en este universo evoluciona y nuevas piezas del rompecabezas que llamamos “pasado” brotan agregando luz a los espacios vacíos, nuevas teorías nos proponen que existen en este planeta lugares, regiones que llamaremos nodos o vórtices, lugares importantes energéticamente que han sido marcados y venerados a lo largo del tiempo por las civilizaciones de todo el planeta, las pirámides que existen en todo el mundo, unas totalmente oficiales, otras ocultas no reconocidas por el conocimiento oficial son un marcador que tiene la misión de señalar el lugar y su poder teniendo una conexión que no es bien vista por el dogma oficial aunque los hechos hablan más allá de lo que se pretende decir con desesperante miopía que creo es algo más que simple omisión, hay un conocimiento oculto que por alguna razón, no se deja ver, esto es una pieza más, sin duda por algún porqué en especial.
   No se puede evitar reflexionar sobre la importancia de los cenotes para la cultura maya, estas ventanas a un mundo subterráneo y mágico eran punto de conexión con la divinidad, lugar donde se hacían ofrendas, sacrificios humanos principalmente de niños a los dioses siempre necesitados de ritos y dádivas en su honor, algo común en todo el planeta y aunque no se reconozca vigente en la actualidad.
   ¿Qué importancia debería tener aquel lugar? que no fue suficiente el sacrificio, Kukulkán necesitaba algo más, algo como una de las pirámides más importantes existentes en el planeta, que por si fuera poco esta edificada sobre una oquedad, sobre un cenote sin duda especial para que Kukulkán pudiera bajar a este lugar, la idea de que esta magna obra fuera terminada en el periodo “decadente” de esta civilización es algo que cuesta entender, si todo lo anterior nos hace cuestionar la versión oficial estar ahí en la entrada de la primavera en el equinoccio y podemos ser testigos del regreso de la serpiente que puntual vuelve para ser adorada ahí exactamente, sus 365 escalones y sus 9 niveles nos dicen que entendían perfectamente el diagrama mágico de este universo, en un prodigioso instrumento astronómico que funciona perfectamente y nos hace palidecer, esto es obra de una civilización decadente próxima a su aún más misteriosa desaparición o como tantas veces hemos recibido una versión deformada donde tiempos y hechos han sido “maquillados” pero ¿porqué?
   Sin duda esta historia tiene más por contar, esto sólo es una muestra de un conocimiento que está muy lejos de ser entendido, hay entidades que han tenido sumo cuidado en ocultar este saber, hay una conexión entre culturas que supuestamente no tuvieron contacto, pero su saber y conocimiento es el punto en que confluyen haciéndolas cómplices de un conocimiento que tiene en la astronomía la llave que abre una historia completamente diferente a la que nos han contado, las fechas no cuadran, las versiones oficiales hacen agua y nos gritan una versión distinta, ¿a qué marcador o guión obedecen estos “descubrimientos” que parecen inconexos para el profano?
Solo podemos ser notarios de lo imposible, colocando una pieza más en el rompecabezas más asombroso que existe, analizar detalladamente cada pieza a nuestro alcance, como cierre de este misterio que apenas alza el vuelo en mi galaxia les dejo la traducción de Chichén Itzá, que significa “Boca del pozo de los brujos del agua” ¡en el nombre esconde su magia! Ahora esperar cuando el director de este guión de suspenso tenga a bien darnos algo más, 

lunes, 14 de noviembre de 2016

Hijo de la luna

    






    Cada que la noche nos cubre con su manto, que en las postrimerías del año le gana espacio a la luz convirtiendo a noviembre en un tiempo de reflexión. La oscuridad nos hace buscar luz y a veces hay que buscarla dentro de uno mismo, en los rincones del alma donde pasado y presente se funden cuando un ciclo más está por concluir, el balance de lo vivido es inevitable siendo nuestro juicio el más riguroso e inflexible, los pendientes se acumulan y el tiempo se vuelve un tesoro escaso que necesitamos siempre más del que tenemos a disposición.
   Así en ese estado, mi mente me trae imágenes en principio inconexas, nada parecía tener sentido o lógica en un principio, un niño llega a mí, un niño que en una noche oscura está absorto mirando el cielo desde la ventana de su habitación, su mirada se pierde en la profundidad del cielo que parece llamarle y mi panel de control emite una señal, ¿qué puede tener a un niño de siete u ocho años quieto en la oscuridad de su habitación?
   No percibo temor alguno en aquel chiquillo, con la máquina de la mente me acercó un poco hacia la ventana donde mira hipnotizado al cielo y al acercarme percibo una tenue luminosidad que genera un ligero recuerdo, al llegar a la ventana y mirar comienzo a entender, el chiquillo mira la luna, otra dama especial que ha provocado múltiples sensaciones en quien la mira, un influjo extraño que nos hace sentir distintos, diferentes. Sería imposible relatar los miles de hechos en que ella podría reclamar coautoria, lo que es un hecho es que nos influye de mil maneras, unas ya reconocidas y otras que “extrañamente” la oficialidad descarta como hechos faltos de seriedad, salida fácil cuando no quieren encontrar lo que millones de seres humanos saben…
   Mi sueño sigue su camino y me dejo llevar,  por alguna extraña razón “sé” lo que el protagónico de mi visión está pensando mientras mira por su ventana, aquel chaval cree que él y todo su mundo está dentro de un inmenso recipiente y la luna es la única entrada posible a ese extraordinario contenedor, está esperando que alguien lo cierre o simplemente se asome al interior del recipiente, quizá esa noche podría confirmar su creencia.
   La visión concluye dejándome envuelto en sorpresas, no es para menos, la luna es todo un enigma, es poco valorada quizá porque está ahí siempre y parecemos confundirla con la escenografía de relleno en nuestras noches. Su origen es un misterio absoluto que tiene algunas teorías más o menos conocidas por estos durmientes en que nos convertimos donde la curiosidad es una extrañeza, polvo cósmico, un impacto, restos de la misma tierra, escojan la que gusten, no pasan de ser hipótesis de trabajo como casi todas las cosas que pensamos verdades absolutas, desconocemos cuantas creencias en nuestra existencia son solo eso, actos de fe de nosotros.
   Buen inicio para hablar de una dama especial, su edad y origen primera incógnita, pero su influencia es mucho más que el efecto de las mareas que podemos contemplar frente al mar, el efecto de presenciar su poder a través de nuestros sentidos es una experiencia imborrable, su presencia e interacción es mágica, nuestros mayores nos decían que cortarse en cabello bajo su influjo le haría crecer más, los nacimientos aumentan bajo su efecto, sus fases tienen utilidades a cuál más variopintas, potencia nuestros sentidos y al tener ese poder sobre el agua que es elemento mayoritario en nuestra estructura no hay duda de que nos toca de alguna manera, la variación de fecha de la celebración de la Semana Santa cristiana es por ella, para que coincida con la luna y su ciclo. Más aún, su danza de veintiocho días coincide con el ciclo de sus hijas humanas, mágica coincidencia que nos da idea más clara de su poder. Qué decir del mito quizá más conocido bajo su tan peculiar luz, los hombres lobo, creo que es más símbolo que hecho, la transformación, la capacidad de mutarse en algo más, en una mezcla alquímica extraña entre lo físico y lo que se siente conocida por algunos iniciados que se han encargado en esconderla detrás de el humo de las leyendas distorsionadas por los medios pero su rastro está ahí en muchas culturas para quien sabe ver, los cambia formas que son conocidos con muchos términos, que dificultan su verdadera identidad. Esta dama es ingrediente obligado en una inmensa cantidad de ritos de luz o de oscuridad, ofrendas, hechizos, iniciaciones, parece que ella potencia lo que somos, sin importar de qué lado estemos magnifica lo que llevamos dentro, creando, amando y también destruyendo y causando males, esa dualidad que nos acompaña desde siempre. Pero una vez más lo más importante va por otro rumbo, su verdadero rol es mucho más grande, es simplemente magia pura, la luna es parte de lo que llamo la tríada divina, la más sencilla expresión de percibir que es la danza entre ella, la tierra y el sol, hecho que más allá de subjetividades, es un guiño de la magia creadora, llamenlo como gusten pero es una manera palpable de sentir la divinidad en nuestra mundana existencia, más simple, más real que lo que pensamos o nos dicen los poseedores de la mística y la creencia, es por ella que con su danza y distancia entre la tierra es la causante de las estaciones, su ritual de veintiocho días que acompaña con su romanza nuestro giro alrededor del sol, elementos únicos que nos dan la maravilla que llamamos vida, la danza de la creación, tan grande que logra desde esta perspectiva fusionar creencia y ciencia que sin duda confirman la importancia de su danza, matemática divina que los científicos comprenden que si no fuera como es, no podrías leer las locuras que servidor te cuenta aquí.
   El término “lunático” se usa para referirse a un desequilibrio temporal, la locura que cae sobre nosotros por un factor externo y cómo llega se va, tengo que confesar que servidor ha dejado atrás la temporalidad de la locura para llevarla tiempo completo, el destino me ha llevado a ser un lunático total, me reconozco sumido eternamente a ser aprendiz y seguidor de su locura desde hace mucho ya, ese niño que miraba por su ventana a los siete años esperando ver al poseedor de un extraño recipiente donde está el universo, ese niño era yo que escribe estas líneas impregnadas de su locura el día trece al anochecer porque tengo una cita con una dama aún más especial porque la luna de hoy es llamada súper luna, la más grande en setenta años, una vez en la vida se puede verla así, dejó por un tiempo el universo de la red para hacer reverencia a la magia real, la única e irrepetible que quiero entre en mi a través de mis sentidos, la experiencia de la vida en tiempo real, ¿cuántos lunáticos habrá esperando su llegada?, mirarla con nuestros propios ojos y ser testigo de una prueba física y palpable de su misterio real, una pincelada de que esto es algo más que simple materia, algo que está ahí esperando a ser descubierto por nosotros, cuantos seremos, espero que muchos…
    

sábado, 5 de noviembre de 2016

La dama




   Desde que abrí los ojos al despertar la sensación de su presencia era clara, a pesar de su discreción al mantener una distancia prudente de mi cama pude distinguir su silueta observando cómo regresaba poco a poco a la realidad, con el rabillo del ojo distinguí una difusa sombra indudablemente femenina sentada en mi desordenado escritorio, por un instante la sorpresa elevó mi estado de alerta y tuve que aceptar que debo otorgarle un punto a su favor al manifestarse ante mí con la feminidad por delante, eso me facilitaba saberla cerca, no siempre fue así pero al paso de los años su presencia se ha hecho más familiar y aunque no me agrade más cercana, la muerte está ahí, sentada en mi escritorio, en mi habitación. Sin más al levantarme de la cama le doy los buenos días, la educación no debe de perderse y menos frente a uno de los temores que acompaña a los seres humanos desde el principio de los tiempos, aunque en este presente apresurado y desinteresado de casi todo hasta la muerte ha perdido importancia, ha pasado a convertirse en algo banal e intrascendente que no pensamos hasta que la tenemos encima de alguna forma, quizá por eso tiene esa mirada melancólica, que sé es por una conmiseración hacia estos seres humanos que han deslavado su presencia e importancia en nuestras vidas, la historia más bella y mágica que podemos experimentar y ella siempre tendrá lugar protagónico al final de nuestra historia.
   Pero debo explicarme, la muerte que prefiero llamar “la dama” es uno de los misterios con mayúsculas del que queremos saber más y a la vez preferimos mantener a distancia, como si dependiera de nosotros el momento en que la tendremos frente a nosotros indicando que nuestro tiempo ha llegado, sin duda es una de las incógnitas superiores, el porqué selecciona al siguiente de su lista y que mil veces nos parece un hecho injusto, pero sobre todo qué pasa después, habrá algo más posterior a su presencia o es el punto final de la aventura de la vida.
   La máquina de la mente carbura, mil cosas giran entorno de ella y algo que no puede ser indiferente para un buscador es mirar atrás y darnos cuenta que esto que llamamos humanidad la ha tenido siempre presente, reverenciada y adorada, un simple vuelo sobre culturas anteriores nos deja claro que nunca ha sido algo oculto o que se tome a la ligera, el planeta entero tiene lugares y edificaciones que eran en su honor aparte de que no me refiero a culturas menores sino a las culturas que aún hoy obliga a que las respetemos por nuestra imposibilidad de entender plenamente su grandeza y complejidad, Egipto, México, solo por nombrar algunas nos dejan algo muy claro, en el pasado comprendían su importancia, el libro de los muertos egipcio nos da una imagen de la trascendencia que tenía para ellos el viaje, cuando se cumple todo el ritual literalmente se fundían con sus dioses, el lugar de reposo es fundamental y lo llamaban la morada de la eternidad.
       En el México prehispánico las cosas eran asombrosamente similares, Teotihuacán con su calzada de los muertos, una de sus pirámides originalmente conocida como de la muerte y tiempo después con el nombre de la luna, sus sacrificios iban en la misma dirección, ritual y accesorios para el gran viaje, el viaje a la eternidad, si miramos hacia China la similitud es llamativa, sus guerreros de terracota nos miran solemnes, en Turquía Gobleki Tepe lleva la historia a una encrucijada, los marcadores se mueven hacia atrás miles de años y la historia tradicional queda fracturada, mucho más para buscar y reescribir de nuevo nuestros parámetros.
       Pero más allá del método, la creencia específica que tiene sus variantes, lo fundamental está y nos expresa lo mágico, lo que se repite es la consciencia total de que la muerte es una puerta, un final que nos lleva a un nuevo principio fuera de nuestra realidad material pero no menos real que nuestro paso físico, tantas culturas, tantas creencias que llegan al mismo punto nos lo marcan majestuosamente con sus monumentos que nos miran nostálgicos por tanta miopía de nuestra parte, pero no es todo, un giro de tuerca más, por si alguna duda se resistiera en nuestra mente, el calendario qué convertido en un marcador cósmico nos muestra el ritual vida y muerte más importante, tanto que la mayoría de las creencias confluyen en el mismo lugar, el ciclo estacional que la mayoría identifica con la siembra, la agricultura que repite una y otra vez su maravilloso ciclo, su cierre símbolo de final o muerte y vuelta a empezar, nosotros como parte de la magia natural somos seres cíclicos, nacemos, crecemos, morimos, celebrado con el Samhain celta y su fin de año agradeciendo el cierre de un ciclo más, semilla de el desvirtuado y no bien comprendido Halloween que como no, celebrado coincidentemente en el mismo lugar del calendario por la religión imperante, el cristianismo que montó sus celebraciones en las temidas y relegadas paganas,
         Aunque se supone que el empatar las fechas fue un acto de buena fe para que los no creyentes "aceptaran" de mejor forma la nueva religión, creo que existen razones más poderosas, cuando analizamos con mente desnuda de términos y tendencias de pensamiento y solo nos remitimos a los hechos, es indudable que este cierre de ciclo final de otoño principio de invierno está plagado de hechos extraños, muchas veces inexplicables, en algunos casos difuminados en leyendas y mitos, otros más recientes nos dejan con la certeza de que el velo entre las dos realidades, la física y la inmaterial están más cerca en estos momentos, la tendencia de hacer ritos y sacrificios se pierde en tiempos inmemoriales, viene caminando con la humanidad desde milenios atrás.
       La gran pregunta es inevitable, porqué el ser humano que se dice hasta convencerse a sí mismo que somos más, que hemos evolucionado y que esas creencias fueron el signo de una época ignorante que desconocía casi todo, -¡seguimos así, quizá peor!- se ha girado al todo material, a lo físico y palpable dejando de lado la esencia de milenarias culturas que aun hoy nos asombran y que tenían una visión infinitamente más amplia de la pobre y reducida que piensa tener respuesta para todo, que no cuestiona por pensar que existe respuesta y presupone que no hay más que lo que puede mirar y palpar. La realidad es que existen tendencias de pensamiento que parecen satisfechas con nuestra reducida visión, consumir es el dogma, satisfacción rápida, todo queda obsoleto hasta nosotros mismos con prisa desmedida, las grandes preguntas, en otro momento quizá.
       Fresco está el paso del día de muertos, las calaveritas, los disfraces fueron lo atractivo de una celebración más, pero ojalá pensemos un poco en todos los ausentes, en todos los que con su vida nos mostraron el camino de este ciclo maravilloso, la mejor forma de celebrarlos es viviendo con mayúsculas, haciendo que nuestro paso por esta realidad valga la pena, teniendo muy claro que hoy celebraremos pero mañana seremos recordados por nuestro paso por el mundo, que así sea...  
       


jueves, 27 de octubre de 2016

Vivir o VIVIR

Atardeceres mágicos, su costo, mirar
  




  Somos hijos de nuestro tiempo, el ritmo que tenemos impuesto está impregnado por la prisa que como férreo capataz nos marca el paso, no es aceptable bajar el ritmo en esta competencia en la que hemos transformado nuestro día a día; llegar antes es fundamental aunque no sepamos bien a dónde llegaremos al final.
   El tiempo segmenta nuestro camino, tan sólo al abrir los ojos una alarma marcándonos arrancar en cualquiera de nuestros dispositivos ya nos indican que cerrarlos un instante más es pecado, el letargo nos susurra al oído buscando acomodo a nuestro lado, no podemos permitirlo sin ser rebasados por la insensatez quizá o peor aún, la estupidez.
   En esta loca carrera nos olvidamos de activar el dispositivo más sofisticado que tenemos, más potente que el mejor gadget que el Dios tecnología puede darnos, nuestra mente. Dejamos de pensar, de pasar por esa mágica maquinaria lo que ocurre en un día cualquiera donde la sorpresa, el misterio, -cientos de ellos en realidad- y una incontable cantidad de cosas nos muestran maravillas en lo más simple, en lo más común e insignificante, pero pasamos de lado de todas ellas despeinándolas con nuestro apresurado andar.
   Afortunadamente en algún momento recobramos la cordura y algo nos despierta, nos hace reflexionar y la maquinaria empolvada pero leal arranca y vuelve a funcionar. La alarma llega de la mano de una noticia extraña que tiene muchas lecturas y ha causado un tsunami de reacciones, la principal es temor; el aún presidente de los poderosos Estados Unidos Barak Obama, el día 13 de octubre ejercía sus capacidades dictando una orden ejecutiva para preparar toda la estructura de su país para la amenaza de un evento solar inminente, dando un plazo de 120 días para elaborar un plan de respuesta para esta amenaza.
   Tuve que leerlo de nuevo, la alerta fue recibida y la aventura comenzaba, lo primero qué llamó mi atención fueron los números, la fecha, un día 13, los 120 días, porque a lo largo de los años el uso de ciertos números y fechas son sospechosamente repetidas, son en sí un código para el que sabe. La mente se ponía en marcha, los buscadores nos topamos con misterios a cada paso y no exagero, la diferencia sea quizá dejar la prisa de lado, permitiendo que el pensamiento haga sus conexiones, poco a poco se encuentran patrones dejando fluir lo que los años, la numerología y el instinto han ido sumando a nuestra caja de herramientas personal y así surge olvidada una noticia de unos seis años atrás donde un evento solar fue protagonista pero fue revelado hasta dos años después, los descubridores… ¡Los estadounidenses! ¿porqué la urgencia ahora?
   La contradicción queda ahí incomodando nuestra intuición, un sinfín de mensajes que recibimos a diario en los medios masivos de comunicación son similares, método eficaz para que la duda sea la sensación que deja en nosotros pero en este caso la intención va por otro camino, es otro recurso usual con un patrón muy claro. La primera es la que llamo “de superficie” es la que lleva un contexto de actualidad, conectando con lo real y tangible que genera alguna reacción en la realidad, en este caso nos lleva a la trascendente elección en los Estados Unidos, que coincide con los 120 días para tener un plan para esta situación, llamativo considerando que se supone que no está garantizada la continuidad de una política, estos 120 días marcan un momento trascendente sea cual sea el resultado y tendrá repercusiones en el mundo entero, hay mucho más en juego de lo que parece, el resultado marcará una tendencia que generará cambios y complicaciones más allá de lo que los “expertos” suponen, existen factores externos que podrían ser factor en el resultado, una tormenta solar podría poner de cabeza sistemas y buena parte de la cotidianidad que disfrutamos hoy, podría afectar los resultados en sí. La segunda podría estar más cercana que el sol, puede ser causada por un viejo enemigo rejuvenecido y siempre incomodo,  —cuando conviene que sea así— es el oso ruso capaz de generar un pulso electromagnético o simplemente afectar de alguna forma los sistemas de cómputo para la elección, existen voces que alertan de esta posibilidad pero el sol podría quitarle el papel protagónico, sé cómo suena pero hemos presenciado historias similares y aún más delirantes que han terminado por confirmarse con el paso del tiempo.
   Luego tenemos lo que está más allá de la superficie, lo que obedece a razones extrañas, en muchos casos rituales que suenan fuera de contexto pero son usuales y frecuentes en la realidad, pareciera que existen “inteligencias” en este presente que conocen el manual de operaciones de esta realidad, no me refiero a la lógica y ortodoxa con lenguaje de ingenieros o científicos, me refiero a algo que parece más argot de magos y brujos, de seres que saben y comprenden la dualidad de nuestra realidad, los que ven lo visible y lo que no lo es y sólo las matemáticas nos proporcionan una llave para entender parte de esa dualidad, una pista a seguir y que muchas veces nos regala resultados para entender, sobra decir que esta variante no se considera por la mayoría de los emisores de opinión convencionales, intentan resolver una ecuación con una incógnita faltante, el resultado sin duda no será el correcto… Tal vez los que saben quieren que sea así, variables y gran cantidad de datos que se ignoran y hasta se desprecian por los grandes medios de comunicación…
     Aquí va una teoría fuera de la superficie, una que parece ilógica para el profano que sólo considera la visible, -y no todo…- Cuando hablamos del sol estamos hablando de uno de los símbolos más poderosos que existen y que es común denominador en los más variados cultos, civilizaciones antiguas y modernas, sociedades secretas, discretas y hasta las que se suponen no existen o han desaparecido, el símbolo es el instrumento para comunicarse, el término “argot” que abrevia arte gótico es una forma de comunicación que sólo entienden los iguales, como ejemplo imaginen a dos médicos hablando frente a un paciente con total claridad entre ellos pero que el profano que está en medio sólo sabe que hablan de él pero no qué hablan y sus consecuencias sobre su destino, de igual forma, en esta noticia quizá el presidente norteamericano está enviando un mensaje cifrado para que sea recibido por los que saben, estén donde estén y sea una señal para tomar decisiones, reacciones que tienen que ver con nuestro destino, frente a todos nosotros y no lo sabemos, dicho queda…
   Pero lo más importante siempre está en la dirección opuesta a donde se mira, es algo distinto y recurrente en este extraño mundo, para quienes buscamos respuestas tenemos mucho por delante siendo en sí la búsqueda lo fundamental pero lo importante, lo verdaderamente importante es esa magia que es accesible para todos, por ejemplificar hablaremos de dos bellas y maravillosas. La primera es el privilegio de usar el dispositivo más poderoso y que tenemos la posibilidad de su uso ilimitado, la mente. No debemos olvidarnos de nuestra potente maquinaria de pensar y analizar, accesorio básico para tratar de comprender nuestro paso por este mundo. Sobre todo debemos disfrutarlo, sentirlo, paladearlo y en nuestra medida entender lo que vivimos, somos buscadores naturales, la curiosidad es equipo original de fábrica pero parece que ciertos intereses quisieran que lo olvidemos, lo peor es que lo están logrando transformándonos en “durmientes” sumisos, indiferentes pero eficaces para fines extraños y siempre lejanos a nosotros.
   La segunda y no menos importante, más allá de lo que el futuro nos traiga es no perder la capacidad de disfrutar el viaje, el real y verdadero que está en cada instante de nuestro paso por este mundo que nos ofrece maravillas a cada paso y que sin duda alguna tiene un principio y final. Tomemos a la vida por la cintura y disfrutemos el aroma de su cercanía, tenemos que gozar la historia de amor más bella e interesante que tenemos, la nuestra. Una mirada enamorada, un bello atardecer hipnotizante, —tenemos una función diaria y ¡gratis!— La magia del descubrimiento, un nuevo aprendizaje, un amigo, una mirada que es misterio puro invitándonos a descubrirlo, la importancia de nuestros seres amados que tenemos cerca y a la vez tan lejos como si estuvieran en un planeta lejano estando a sólo unos metros de nosotros, bajo el mismo techo…
   Las búsquedas y los porqués son infinitos, tomemos alguno y dejemos que nuestros sentidos hagan el resto, bajemos de la red, nuestra nave virtual e infinita, —después de leer el blog de su humilde servidor—   Y usemos tiempo del día para vivir con mayúsculas, toquemos, busquemos, amemos evitando que nuestros sentidos se empolven. El mensaje está enviado, como si fuera una botella en la inmensidad del océano que puede llegar a una isla desconocida en la que paradójicamente nos ha convertido este tiempo de las comunicaciones, esperemos respuesta cada día, que espero se transformen en nuestra realidad física y cercana, siempre esperemos respuestas… ¿Quién responderá?
   


martes, 18 de octubre de 2016

Expectativa, la magia del pensamiento




   
   Una de los recursos que en nuestra andanza por la vida es importante considerar, es aprender a escuchar. Una capacidad que sin duda merece un lugar especial en nuestra caja de herramientas personal, no es fácil su uso en principio, pero una vez comprendido su poder y capacidad para ayudarnos a entender será algo a lo que buscaremos regresar muchas veces.
   Después de comprender y aprender su uso, es importante ajustar nuestra configuración mental, mejor dicho debemos desconectar la manera más común de funcionamiento en la mayoría de nosotros, es importante porque de no hacerlo, la percepción de lo que experimentamos a lo largo del camino corre el riesgo de sufrir distorsiones que modifican lo recibido, me refiero a la expectativa, la “creación adelantada” es algo que con frecuencia hacemos inconscientemente y al hacerlo, ensuciamos y distorsionamos la información que captamos y recibimos, lo más preocupante es que con esto modificamos realmente nuestra realidad. Cuántas veces hemos anticipado mentalmente un evento, una situación, una persona que imaginamos cómo es o sería, eso que anticipamos en nuestra mente “crea” una imagen que genera una respuesta de nuestra parte, pero cuando lo experimentamos realmente y descubrimos que aquello no es lo que nuestra expectativa esperaba, irremediablemente sufrimos un desencanto que afecta nuestra impresión, la imagen mental y la real no encajan, con esto el hecho real queda distorsionado en nuestra realidad.
   Este aparente e insignificante mecanismo mental tiene efectos insospechados, pero más allá de sus repercusiones nos muestra una capacidad “mágica” que poseemos sin saber, tan sólo una pincelada del enorme potencial que poseemos como accesorio original con que hemos sido equipados y ¡no somos conscientes! 
   Esto es algo que tiene a la ciencia de avanzada ocupada, la física cuántica lo contempla y estudia generando un universo de posibilidades, la teoría de cuerdas considera las variables que desencadena una decisión, optar entre “a” o “b” genera una línea, una ruta cuántica elegida pero a la vez no descarta la otra, la dimensionalidad tantas veces tratada desde la ciencia ficción es algo que ahora parece más lejano de lo irreal, no menos llamativo es que llegue a nosotros este concepto vestido de libros y películas que lo tratan de alguna forma, recuerdo la poderosa película “Matrix” que nos muestra los alcances de esta idea, el desconocimiento de la mayoría al respecto que lo siente o piensa totalmente lejano y sin embargo estamos sumergidos en ello, aunque nuestra percepción asegure una realidad que considera única y fija, que sentimos totalmente real, pensamos que es así, que estas cosas están lejanas de nosotros, lo sentimos distante, imaginario. Cuando de algún modo lo vivimos, captando de alguna forma que esta realidad no es tan sólida le restamos importancia porque no concebimos que tengamos que ver con lo que consideramos una casualidad, palabra culpable de alejarnos de esta magia incomprendida.
   Para los que hemos definido nuestro trashumar en búsqueda permanente tuvimos que aprender sobre la marcha, tropezando muchas veces con los destrozos dejados en el camino por las expectativas propias, que van quedando a nuestro paso, haciéndonos comprender de a poco nuestra velada responsabilidad en hechos de nuestra vida y ahora comprendemos que debemos dejarla de lado, debemos aceptar que todo en este universo está en perpetuo movimiento, mirar hacia atrás lo deja claro, lo que en otro tiempo era inobjetable con el paso de los años se desmorona y transforma, nos deja claro que considerar cualquier cosa como fija e inamovible es pérdida de tiempo, un desperdicio de posturas que tarde o temprano tendremos que cambiar.
   Cuando tengamos al frente algo por descubrir y analizar o cuando simplemente descubramos algo, nuestra alma y mente debe desnudarse de todo prejuicio, olvidemos las fotos fijas mentales para abordarlo de la manera más aséptica, dejarlo limpio de percepciones propias o no, que al final son sólo eso, expectativas; para después sumergirlo en mente y alma para asimilar, entender, aprender y así, cuando la vida nos ponga frente a algo nuevo o desconocido, a un misterio profundo o simplemente una nueva persona orbitando nuestros entornos, esta desnudez mental nos ahorrará tiempo, puede parecer desventaja, -¡la expectativa haciendo de las suyas!- jamás lo será, permitiéndonos recibir cualquier cosa que venga a nosotros limpia para que la magia de nuestra experiencia irreemplazable y maravillosa haga su parte, solo así haremos uso de un arte que está quedando en desuso, algo que pareciera anticuado en esta época donde el Dios tecnología manda otras cosas, vivir con mayúsculas, darnos el lujo de recibir lo que llega a nosotros sin filtro para que nuestra maquinaria, nuestra maravillosa humanidad despliegue sus capacidades, la experiencia será especial, lo garantizo y espero me cuenten su experiencia…

domingo, 9 de octubre de 2016

Porqué escribir...




    




  
   En una mañana gris de esas que invitan a mantenernos resguardados en ese lugar que sentimos nuestro refugio, nuestra base donde poder recargar el cuerpo pero sobre todo el alma, la vida me da sensaciones y vivencias que dejan su marca en la piel, muchas veces la huella queda porque duele, quizá porque el diseño de este migrante alienígena que soy no encaja en este mundo de lo real y lo físico, estoy cada instante más perceptivo a lo intangible, a esas pequeñas grandes cosas del universo de lo invisible, esas que nos recuerdan nuestra dualidad y que nos hacen pasajeros peculiares de esto que llamamos realidad y también, -muchas veces de la mano del dolor;- son aquellas que reavivan nuestra aletargada capacidad de sentir, de ver y percibir la vida como debiera ser siempre, atentos a lo pequeño, a lo imperceptible y que con el apresurado paso que nos vemos forzados a llevar, nos hace miopes, dejando de lado mil veces cosas importantes, el dolor nos regresa la memoria, nos resetea nuestra capacidad de sentir para volver a ser lo que somos de verdad y olvidamos fácilmente, seres humanos.
   Creo que la prisa es ese extraño y en apariencia insignificante virus que como si de una gripe se tratara no le damos la importancia debida, entra discreta y silente en nuestro sistema para tomarlo poco a poco. En principio no somos capaces de percibirlo correctamente y ahí está el peligro, este virus es en realidad un maléfico caballo de Troya que termina por mutarnos, por convertirnos con el tiempo en lo que defino como “los durmientes” seres en apariencia normales pero que tienen una gran diferencia, han perdido su capacidad “dual” eso los hace que perciban la realidad a la mitad, donde sólo lo palpable, lo que se puede contar y tocar es real, reduciéndose a seres unidimensionales, dejando en el camino miles de cosas que esta máquina maravillosa que somos es capaz de percibir, las otras realidades que sin duda están ahí.
   Cuando nos topamos con una de esas pequeñas grandes cosas, como las que tienen que ver con la muerte, la dolorosamente palpable y real, no la que podemos ver con extraña frecuencia a través de los medios masivos que se empeñan en inundarnos de ella provocando maliciosamente nos sea tan común y lejana, que nos hace olvidar su importancia y trascendencia en nuestra vida. Esto nos impide reflexionar tantas cosas, esas que de verdad importan y que definen nuestra percepción de la realidad, como que esta es finita, que es impredecible y que el día menos pensado esa muerte intangible se nos pondrá al frente sin importar lo mucho que evitamos pensarla, quizá con la falsa ilusión de alejarnos de su camino, de pasar desapercibidos para ella, pero cuando al fin la tenemos lo suficientemente cerca entendemos que eludirla es causa perdida.
   Entender, pero sobre todo sentir provoca que nos preguntemos qué es lo que quedará de nuestro paso por esta realidad, no me refiero a lo que usualmente se piensa como legado que tiene que ver más con lo físico y palpable, me refiero a nuestra forma de sentir e interpretar la vida, eso es algo único e irrepetible como lo somos todos y cada uno de nosotros, portadores de esa capacidad, pero existe "algo" o "alguien" que pretende que lo olvidemos, prefieren vernos sumergiéndonos en las generalidades, en las opiniones grupales, en las tendencias que en la actualidad son meticulosamente cuantificadas y sirven para que seamos seleccionados, divididos y calificados. Pareciera que estar oculto entre esas tendencias de pensamiento es lo que interesa, aunque es inevitable que existan coincidencias en la forma en que vemos y sentimos el mundo, nuestra forma es única y exclusiva, es intransferible; es ese mágico fenómeno alquímico que sólo se logra cuando pasamos nuestra experiencia física a través del filtro de nuestra consciencia, la manera que vemos y sentimos el mundo, lo que sabemos, cómo crecimos, en qué creemos se funden haciendo que nuestro pensamiento se convierta en una pieza única, algo irrepetible que logra que lo más simple se convierta en algo especial y que lleva nuestra huella indeleble.
   Es por esto que el acto de pensar se convierte en magia, somos aprendices de hechiceros en un arte antiguo que nos acompaña desde tiempos lejanos, los ingredientes son tan básicos y simples que pasan desapercibidos y hasta son despreciados. Como lo es escribir, plasmar lo que pasa por nuestra mente a palabras escritas, con ese paso de alguna forma les hace tomar otra tonalidad, muchas veces hasta para nosotros mismos, en más de una ocasión he escuchado a creadores que llegan a sentirse instrumentos de algo más, algo externo a su mente y voluntad, una extraña magia está ahí sorprendiendo a su creador.
   Mi pretensión es simple, expresar lo que pasa por la factoría de mi mente y alma a través de las palabras y soltarlo al universo misterioso e infinito de la red, como lo hicieran en los años setenta científicos que mandaron un mensaje donde describían lo que éramos en ese momento como especie, -su percepción de ello, ¡la magia de nuevo nos hace un guiño!- lo enviaron vestido de señal a una estrella lejana que consideraron idónea esperando una respuesta. De igual manera servidor espera una respuesta en el universo, quizá encontrar a alguien más que piense de la misma forma, que lo sienta de manera similar y así una vibración comenzará y provocará una reacción, explorar la sensación de saber que alguien en algún lugar ve el mundo y lo que ocurre en el de la misma forma que uno lo ve.
   El lanzamiento inicia y la ilusión por la posible respuesta hace vibrar el alma mientras seguimos la cuenta regresiva, 9,8,7,6,5,4… ¿mi mente encontrará respuesta? 3,2,1… despegamos, mensaje lanzado, el futuro inmediato aderezado con una nueva incógnita, una bella incógnita… ¿habrá respuesta?