viernes, 2 de diciembre de 2016

El libro de los hechizos

El libro de los hechizos, una joya invaluable
  








   Quien, cómo y porqué son preguntas que nos hacemos una y mil veces a lo largo de la vida, qué situaciones tuvieron que ocurrir para que llegáramos al lugar y las circunstancias en las que nos encontramos en el presente, en donde muchas veces nos sentimos en un callejón sin salida. Algunos, impulsados por una extraña inquietud que a la vez parece extinguirse poco a poco, en una actualidad que supone “saber” todo pero parece perder fácilmente la brújula en el intento de encontrar lógica a lo que muchas veces consideramos sorpresivo y hasta injusto en el camino.
  En esta búsqueda olvidamos que el primer lugar donde explorar es dentro de nosotros mismos, dentro de la más potente máquina de misterios a la que podemos accesar que es nuestra mente. Existen muchas veces, ocultos en los rincones de la memoria las huellas y las razones que nos han hecho ser lo que somos, como en tantas otras búsquedas, los durmientes se empeñan en buscar afuera lo que está dentro, ahí está la estructura y la configuración básica de nuestro ser, las semillas que con el tiempo y lo vivido moldean poco a poco lo que llamamos nuestro “yo.”
  Cuando afinamos la mira y comenzamos el viaje hacia lo profundo de nuestro ser en busca de razones podemos descubrir lo que llamo “esas pequeñas grandes cosas” que sin importar que pueda pasar media vida y no recordarlas fácilmente, conservan su efecto en nosotros. Tiene que llegar algo, en apariencia sin importancia, quizá un comentario, que parece totalmente inconexo con nuestro presente, y aún más con nuestro pasado, pero cuando como por magia retornan a nosotros nos producen un impacto tal vez más poderoso que cuando lo vivimos por primera vez, el tiempo les da un color distinto, la perspectiva los muestra en su real magnitud y nos sorprenden regalándonos algo que ha estado ahí y que tiene el mágico poder de darnos esos porqués anhelados. Tal es el caso en una reciente conversación que giraba en torno a la falta de sentido, donde el hastío que esta rutina obsesa que nos forzamos a llevar nos hace olvidar en el camino nuestro razón, nuestra verdadera vocación que tristemente la mayoría de las veces queda olvidada en el camino y en broma me cuestionaban cuándo y dónde me había transformado en un lunático buscador, en un curioso irremediable que ve misterios en todo lo que nos rodea y la causa, al menos una de ellas, llegó nítida a mi mente. 
   Los recuerdos brotaron sorpresivamente llevándome a mi infancia, entre los diez u once quizá, retorné a la colonia Narvarte de la Ciudad de México, en un departamento de un cuarto piso, dos recamaras y un baño donde me ocurrieron muchas cosas, el recuerdo me hace verme bajar las escaleras y dirigir mis pasos sin mucho ánimo, los encargos nunca fueron mi fuerte, no me agradaba que me mandaran, mis problemas con la autoridad y lo establecido con el “"debe ser así” comenzaron muy temprano, me vi salir del departamento y caminar hacia el VW sedán de mi padre que mi hermano y yo llamamos “Gervacio” el porqué es otro misterio por resolver; tenía la encomienda de recoger del carro el periódico y las revistas que religiosamente leía mi padre, la política era uno de sus intereses que en aquellos tiempos no entendía y ahora creo que mucho menos, pero de pronto algo me hizo salir del aburrimiento por mi forzada misión, la sorpresa surgía de donde menos lo hubiera esperado, entre las revistas había un libro. El hecho en sí nada tenía de sorpresa, mi padre es un asiduo lector, lo que me estremeció fue la portada y el nombre de aquel libro… “El retorno de los brujos” 
   No sé cuánto tiempo estuve mirando aquella portada, mi mente comenzó a girar tratando de entender aquello, la palabra “brujo” me causaba un efecto de curiosidad y en aquel tiempo temor porque era y es un término asociado a la oscuridad y al mal, mi mente siguió girando incontrolable, imaginé a mi padre con una túnica negra haciendo hechizos en la oscuridad de la noche, ¿podría volar, qué poderes tendría escondidos? de pronto me sentí culpable de no cumplir de buena gana sus órdenes, quizá el castigo sería… 
   Sin perder ni un segundo tomé las cosas y subí rápidamente a cumplir con mi encargo, recuerdo como si lo estuviera volviendo a vivir, la manera en que le miré al entregarle su periódico, revistas y aquel libro. Intentaba descubrir algún detalle que le delatara pero lo único que noté fue una mirada de curiosidad por la forma en que yo lo veía, ¡pero cómo no lo imagine!, ¡podía leer la mente! Me había descubierto, sin más me retiré a mi habitación esperando que el castigo por escarbar en su secreto no fuera lo que mi mente imaginaba.
   Pero lo mágico aún no comenzaba, los siguientes días dieron paso a lo que considero mi primera investigación, no perdía detalle de su proceder, le observaba permanentemente buscando algo, pero fracasé rotundamente, mi hipótesis de trabajo era que como había leído mi mente fue más precavido en ocultar su secreto, desde aquel instante mi curiosidad por lo que ocurre en la mente fue uno de mis enigmas favoritos y las sorpresas no paraban en mantener mi mente alerta. Al paso de un mes, -por lo menos eso recuerdo- mi padre terminó la lectura de su libro y aquel pasó al sitio donde los guardaba, un viejo e inmenso ropero de madera -así lo veía entonces- la segunda fase de mi investigación comenzaba, hacerme de aquel libro para descubrir sus secretos, ya me imaginaba volando o haciéndome invisible cuando pudiera aprender lo que aquel libro contenía.
   Su lectura no fue simple, tuve que recurrir mil veces a un diccionario por el universo de palabras recién descubiertas, de su lectura puedo decir que derivó en leer por lo menos ciento cincuenta libros que por su causa leí posteriormente, su magia me atrapó, la lectura es una de las partes más bellas de mi vida, un libro es muchas cosas al mismo tiempo, es puerta, es ventana, es espejo, es una máquina para viajar en el tiempo, es un universo desconocido y a la vez tan cercano, el íntimo acto de entrar en el alma de alguien que no conocemos, es misterio y descubrimiento.
   Pero no es todo, efectivamente había hechizos en aquel libro, su hechizo le ha dado forma a mi trashumar por este planeta, su propuesta, “el realismo fantástico” ha sido la búsqueda permanente que acompaña mis pasos, con el aprendí a volar, estoy la mayoría del tiempo en el aire con todo lo bello pero con todo lo inconveniente que esto puede generar en un mundo donde lo material y pragmático son dogma y a través de su óptica no se entiende que el hecho más fantástico es simplemente el olvido o la omisión de un conocimiento que le hace vestirse de magia, su lectura me convirtió en un aprendiz de hechicero que aspira a la apertura permanente de la mente. Ahora mientras escribo estas letras descubro una causalidad mágica, es un hecho documentado que los brujos y hechiceros transmitían su saber a sus líneas de sangre, la genética es magia que transmite informaciones codificadas de formas que aún ahora no alcanzamos a comprender, esas pequeñas grandes cosas me hacen que escriba partiendo de un recuerdo que llegó sin esperarlo, de la manera más “casual” que conecta con el brujo que me heredó locura, capacidad de volar, él permanece en el aire más tiempo que en la tierra, la tórrida pasión por la música, mi otro mágico misterio, ese brujo que tiene mucho que ver en la manufactura de este lunático eterno y que cumple años el día dos de diciembre, fecha en que subo al universo de la red este puñado de sueños, ¡Felicidades Papá!
   

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