lunes, 16 de enero de 2017

Un ¡Wow! cósmico

   




   Esta modernidad en la que navegamos asumiendo que poseemos el conocimiento total y que la ciencia tiene una respuesta para todo es una posición que genera sentimientos encontrados, por un lado la sensación de control que da el suponer que tenemos “el manual de operación” de nuestro mundo, hecho que sin duda hace que una buena parte de nosotros podamos dormir tranquilos, poco queda por descubrir en este mundo donde en tan solo ochenta años ha sufrido una transformación sin precedentes, en la vida de nuestros abuelos era algo impensable para cualquier chaval actual, donde no imaginan cómo era ir a buscar una caseta telefónica o esperar al cartero por una carta, una real y de papel que podía tardar hasta quince días, a veces más para llegar de un punto a otro, por un instante imaginen el rostro de nuestros abuelos si colocáramos en sus manos una tableta cualquiera, tan usual en nuestro presente donde podemos hacer y conectar con casi cualquier cosa imaginable en menos tiempo que el que nos toma suspirar.
  Pero el otro lado genera una especie de melancolía por la sensación de pérdida, estamos siendo testigos de un proceso de “involución,” un retroceso como especie donde se está perdiendo una de las características básicas más importantes y necesarias que poseemos, la curiosidad. Por su causa el ser humano ha sido capaz de avances que son prueba de nuestra capacidad como especie pero paradójicamente, cuando hemos llegado tan alto la mayoría deja de preguntar, la capacidad de asombro queda reducida por esa suficiencia de pensar que no hay mucho más por descubrir y que en el mejor de los casos sólo experimenta una curiosidad descafeinada, que no se activa con casi nada, hemos sido testigos de noticias, tragedias, transformaciones y un sinnúmero de eventos únicos que deberían causar una reacción sin precedentes, pero esa reacción huyó por falta de entusiasmo.
    Les contaré una historia completamente real, una historia que inició hace casi cuarenta años, época que aunque no tan lejana parece ocurrida en otro planeta, ese planeta latía y se emocionaba mucho más que en nuestro presente, se vivía una expectación singular, no había cumplido una década la llegada del hombre a la luna (otra singular e inesperada historia que tiene mucho de extraño y trataré en futura entrega) y con aquella “hazaña” la gran masa se preguntaba seriamente sobre la posibilidad de no estar solos en nuestro barrio cósmico, las informaciones relacionadas a esos temas emergieron poderosas causando una expectativa que parecía que se confirmaría en cualquier momento, la suposición de una minoría de lunáticos llegaba a los comunes mortales a través de lo que ahora conocemos como la “máss media” y sus poderosos instrumentos como el cine y la televisión, miles si no es que millones de personas tuvieron experiencias extrañas (servidor incluido) con extrañas cosas que se paseaban por los cielos, la curiosidad se apoderaba en menor o mayor medida de unos sorprendidos seres humanos que sentían que podía ser, que quizá hubiera algo más afuera de nuestra esfera azul.
   En ese ambiente de pronto surge una de las noticias más importantes de nuestro tiempo y que fue poco difundida por lo que ahora sabemos era una censura real generada por los estamentos de inteligencia de los poderosos Estados Unidos que temían una reacción negativa, llegando a la conclusión de que no estábamos preparados para algo así. 
   El 15 de agosto de 1977 a las 23.16 el radio telescopio llamado “la gran oreja” captó una señal de radio treinta veces más potente al ruido de fondo de 72 segundos de duración, cuando estaba apuntando a la zona oriental de la constelación de sagitario, dicho equipo estaba configurado para descartar sonidos habituales que están en el espacio, con el paso de los años se cuenta con mucha información que sin ninguna duda hacía que el profesor de la universidad de Ohio, Jerry Ehman que trabajaba como voluntario del mítico proyecto Seti, creado para la búsqueda formal de la nasa de vida extraterrestre, estuviera convencido que se encontraba con algo completamente desconocido, tal fue su impresión que cuando imprimió la data de aquella señal escribió un Wow! en aquel papel, que es como fue conocida dicha señal. Las posibles respuestas de este misterio se reducen a tres, un satélite artificial que se “cruzara” en aquel instante, un evento astronómico de una potencia sin precedentes o que una civilización avanzada tecnológicamente mandara un “saludo” esperando alguna respuesta…
   La hipótesis más reciente surgió en enero del 2016 donde plantean la posibilidad de que un cometa desconocido en aquel tiempo y que se sabe surcaba aquella latitud fuera la causa pero se considera remota, lo más llamativo es que con 40 años de información nueva, tecnologías sofisticadas y mucha soberbia, el misterio se mantiene, aún no tenemos una respuesta confirmada e inobjetable para aquella extraña señal, el mismo profesor Ehman es cauteloso y comentó recientemente que pudo ser el “rebote” de algo que pasaba por ahí pero las posibilidades son tan reducidas como las planteadas originalmente, ahora reflexionemos un poco, aquel hecho fue conocido años después de que ocurrió, a pesar de ello la sorpresa fue tal que las lunáticas cabezas de una minoría abierta de mente, planteó teorías que están plasmadas en libros, documentales y sin duda causó un afecto importante, nuestra soberbia tecnología no ha podido explicar aquello limitándose a suponer, hecho más frecuente de lo que podríamos pensar, pero suficiente para los durmientes que están más ocupados en otras cosas y olvidan fácilmente, pero lo más triste llega en este diciembre pasado, donde unos pocos atendieron una noticia estratégicamente colocada para no ser llamativa, la noticia era que una científica de la universidad de Mcgill de Canadá confirmaba la detección en más de un radio telescopio, primero en Australia y luego en Arecíbo Puerto Rico, volvían a captar señales de radio, ahora múltiples, eran detectadas 6 ráfagas, las posibles explicaciones, ¡las mismas que hace 40 años!, pero con una gran diferencia que nos estremece, en mayo pasado se recibieron 10 señales más, todas del mismo barrio cósmico, un lugar en una galaxia lejana, su repetición elimina literalmente la posibilidad de un evento astronómico porque la repetición, intensidad y localización nos habla de “algo” inteligente…
   Este buscador no puede evitar el estremecimiento, las posibilidades son aún mayores a la mítica Wow, quizá en estos 40 años “algo” ha tratado de comunicarse y no lo entendemos, los poderes de siempre no lo dicen o imaginen un poco más, tal vez ya respondimos y estamos siendo testigos quizá de una posible comunicación secreta o de un engaño de magnitud global, las posibilidades están ahí pero la humanidad duerme, pocos se enteraron y lo que es peor ¡no les importa! este mundo se ha convertido en la tierra de los indiferentes que por muchos factores, (algunos provocados) estamos sumidos en un limbo mental en el que no somos capaces de ver y menos imaginar, espero que estas letras provoquen un poco de curiosidad que tal vez haga que algún durmiente salga de su letargo y busque, poniendo a funcionar su maravillosa maquinaria, que así sea...





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