jueves, 6 de julio de 2017

Una nube desnuda llamada Serapeum

  



   Nada es más fascinante que ganarle tiempo al tiempo, cuando nos bajamos aunque sea un momento del tren en el que recorremos velozmente la travesía llamada vida y que nos  impide  disfrutar del viaje, pero sobre todo que algunas veces podamos descomponer a ese capataz insobornable, ese tic tac que no para jamás, pero que en pequeños y extraños instantes podemos engañar haciendo que un instante dure más del tiempo habitual, el tiempo lineal y que podríamos controlar si dejamos que nuestra maquinaria mental funcione a más capacidad de la que le permitimos.
   Cuando estamos fuera de la prisa habitual, la mente nos hace ver y valorar de forma distinta pero la sorpresa surge de donde no se espera, dando vueltas sobre lo que hay, lo que viene y cómo hacerlo nos topamos con algo que damos por hecho y que al reflexionarlo descubrimos que lleva una moraleja que me agita, que apunta a uno de los misterios con mayúsculas, la mente y sus verdaderas capacidades que hacen que la realidad tome un color, un peso, un espacio que consideramos absolutamente real e incuestionable, al reflexionarlo nos enfrentamos con que somos en muchos sentidos un acto de fe, un sin fin de esas cosas que asumimos como realidad en automático, sin pensarlo, están más allá de considerarlo o dudarlo, no me refiero sólo a las creencias místicas o religiosas que son la muestra más clara de que somos creencia y que muchas veces si no todas estas no se sustentan en nada más que en eso, creencia desnuda, me refiero a lo físico y palpable y cuando miramos hacia atrás, cuando llegan a nosotros noticias, nuevos descubrimientos sobre hechos que son estructura que pensamos sólida y que no cuestionamos, pero que están sustentados en un concepto que trataremos más adelante, en otro post, que escuchamos frecuentemente y no recapacitamos en que son una nube, una en la que está soportado el cimiento de nuestra estructura mental y lo que es más preocupante, nuestro sistema de creencias, me refiero a la frecuentemente usada, llevada y traída teoría.
   La simple definición nos deja justo en donde no queremos estar, en lo subjetivo y que no es más que una idea que sustentada en indicios más o menos sólidos donde se arma un concepto que al paso del tiempo y la conveniencia de lo establecido y esto estremece, toma forma y peso. Este “paquete” de indicios, ideas, tiempo y buena o mala fe crean una teoría, si recapacitamos seriamente cuantas historias, hechos científicos y demás conceptos que nos dan certezas no son más que eso, una nube; una creencia vestida y no mucho más. Para dar ejemplo viajaremos a uno de los lugares más enigmáticos y misteriosos del mundo, ejemplo de magnificencia del pasado y que nos da una idea de lo que el pasado de este planeta fue y que sólo podemos intuir, porque todo esto está en muchos sentidos sustentado en una bien vestida pero al fin nube, estoy hablando de Egipto y al nombrarlo automáticamente viene a nosotros la imagen de esa triada imponente de pirámides escoltadas por una esfinge, el misterio está en cada átomo de este lugar que aunque parezca increíble, ignoramos casi todo, está soportado por una inmensa nube que está vestida elegantemente pero intenta desnudarse a cada instante, razón suficiente para que mi interés esté por sus candentes arenas que contemplan lo que es hoy pero sobre todo lo que fue.


   Nuestro viaje nos lleva a 1851 a esa mágica tierra que en aquel tiempo era descubrimiento total, Egipto había tatuado su nombre en un asombrado mundo que no paraba de sorprenderse con un universo como aquel, en esa atmósfera un francés llamado Augusto Mariette enviado por el museo del Louvre para hacer compras, el mercado negro siempre ha sido una de las fuentes para adquirir piezas, antigüedades en general que hoy podemos admirar en los museos por todo el mundo pero Mariette al ver todo aquello deja en segundo término las compras y se dedica a escarbar, a descubrir con sus propias manos la maravilla oculta del lugar y aquí la magia llega, el buen Mariette sueña que descubriría otra esfinge, sin más que esto se aleja por el desierto de la zona principal en aquel momento, las pirámides y la esfinge, donde hasta hoy no hay mucho más que arena hacia dónde se mire, imaginen cómo era en aquel tiempo y con ese sueño en la mente sus pasos le llevan a unos 20 kilómetros hacia el sur del Cairo y en un enclave de ese todo de arena decide poner una carga de dinamita en un lugar específico, al hacerlo descubre una gruta con una profundidad de más de 10 metros y descubre un subterráneo de más de 200 metros de largo que guarda en sus laterales 24 espacios que contienen la misma cantidad de sarcófagos de granito negro de una pieza, es decir que de una gran piedra de granito se esculpe dicho sarcófago con un pulido y una perfección que roza lo mágico, los ángulos son perfectos pero no es todo, los seres para los que se hicieron estas maravillas debían ser “especiales” porque la dimensión de cada uno es de 4 metros de largo, 2.5 metros de ancho y 3 metros de alto el conjunto de sarcófago y su tapa pesan 100 toneladas cada uno, por si fuera poco las tapas de todos ellos, —recuerden su peso, 30 toneladas— están ligeramente movidas dejando ver el interior, para su asombro están ¡vacíos! no hay nada dentro de ellos…


   Las preguntas se multiplican, las pocas certezas quedan en una compleja encrucijada, la materia prima para la gran parte de las construcciones egipcias es el granito, que es un material que la cantera más cercana está a 1000 kilómetros de distancia, sólo imaginen mover una pieza de estas, esculpida o sin esculpir en aquellos tiempos, aún hoy la maniobra es más que compleja, la segunda y más preocupante es que cuando hablamos de Egipto en automático imaginamos su impactante manera de escribir en la piedra y que podemos admirar en muchos de sus monumentos pero es sabido que esto es marca de una época supuestamente bien conocida, esos 3000 antes de Cristo, en esta parte conocida como Serapeum nada de eso, salvo algunas inscripciones hechas en el cuerpo de los sarcófagos y algunas tablillas que se asemejan a alguna clase de exvoto, es decir una especie de ofrenda colocada con intención ritual, las paredes de esto, el túnel de 200 metros no tiene absolutamente nada, esto nos dice que estamos hablando de una época previa, mucho más antigua que se pierde en la parte trasera del tiempo y la historia oficial de nuevo choca con esos 6000 años de los que suponemos conocemos con alguna certeza,  eso sí, sólo teóricamente.


   En una cultura que escribía todo, no existe casi nada que nos dé pista del porqué de esta magna obra, sabemos que nuestro buen Mariette quedó impactado por un extraño escrito conocido como “La geografía de Estrobón” donde se habla de un lugar sagrado donde se veneraba al Dios Ápis, una de las tantas personificaciones del Dios Osiris y que en forma de buey se manifestaba, en una avenida mágica y que Mariette asoció con su descubrimiento, también y recuerden la metáfora de la teoría = nube donde la posibilidad de edificar sarcófagos de semejantes dimensiones para enterrar ahí bueyes sagrados… pero los bueyes no aparecen por ningún lado hasta que un año después, en 1852 descubre accidentalmente un segundo nivel abajo de este subterráneo, encuentra otro sendero que da a una tumba, anómala totalmente porque los egipcios dejaban  claro de quién eran las tumbas, aquí sólo un pequeño amuleto les hace “creer” que el enterramiento pertenece a uno de los tantos hijos de Ramsés II un tal Kaihuaset que por alguna razón desconocida decide que su morada eterna sea ahí, escoltado de dos bueyes.
   Pero esto se complica aún más, Mariette y su compañera la curiosidad no se detienen por nada, su descubrimiento lo tiene absorto y decide abrir los vendajes de los escoltas del hijo de Ramsés ÍI para tratar de entender, saber más sobre esos bueyes mágicos y manifestación física de una de las deidades más importantes de su tiempo, esto le lleva a descubrir que debajo de las vendas no hay bueyes, hay una extraña mezcla, son ni más ni menos ¡muñecos! con la extrañeza de contener en su interior huesos humanos y algunos amuletos, ¿qué extraño ritual se hizo aquí? no hay referencia similar en la cosmogonía egipcia, el misterio sigue en espera de respuestas y el alma de Mariette quedó atada a aquellas tierras para siempre, de hecho fue fundador de Museo Egipcio del Cairo y murió en ese lugar que no pudo dejar desde que el destino lo puso ahí, si hubiera vivido lo suficiente su asombro continuaría porque unos 25 años después de su muerte se investiga seriamente la momia del hijo de Ramsés II y atónitos descubren que también es un muñeco de las mismas características a sus escoltas para la eternidad…


   Este año se reabrió a todo público este pedazo de misterio en el cual sólo tenemos preguntas sin respuesta, los especialistas se rascan la cabeza y eluden el tema que no tiene por donde tomarse, todo lo que está en el Serapeum destroza la nube, perdón la teoría de la historia oficial de Egipto, esto es sólo una muestra de los cientos de teorías que superan los hechos físicos, las piedras que nos gritan otras historias que por razones inexplicables no se abordan seriamente, la mente de su lunático servidor es una playa nudista donde las nubes pueden andar a su aire sin prejuicios, por eso me atrevo a pensar en voz alta, el nudismo me inspira y esta historia me trae enigmáticas y desnudas teorías.
   Me cuesta pensar que un sueño le trajera esta imagen al buen Mariette, creo que esto es una de los cientos de guiños que la historia nos regala de un conocimiento superior y anterior a lo oficial que está en manos de unos pocos, cierren los ojos e imaginen que están en medio del desierto donde las arenas eternas son lo único visible y que un sueño les diga dónde exactamente poner una carga de dinamita que expone esta anomalía… 
   Otra nube, la creación de muñecos con fines mágicos, esto no es ajeno al continente africano donde está la cuna del vudú donde un muñeco puede ser objeto de un hechizo normalmente negativo, no es el único lugar del mundo donde está idea flota como una nube, otra más y completamente desnuda.




   Una más, Osiris se transforma por llamarlo de alguna forma en Ápis, divinidad representada por un buey, existe otra más antigua, Babilónica, no muy lejana de estas tierras geográficamente donde se veneraba al Dios Baal que quiere decir "Señor o amo" considerado el dios de la fertilidad y la lluvia, una entidad oscura y dicen negativa, a la que se ofrecían sacrificios rituales como el de quemar niños vivos en su honor, de hecho muchos lo consideran una de las tantas caras del diablo, de la deidad superior del lado oscuro, llamativo y poco sugerido en los universos egipcios y sus deidades, el indicio es una deidad que se transforma en animal y es venerada de mil formas hasta hoy, nuestro enigmático presente que por cierto y para cerrar, este año ha tenido una gira por todo el mundo un arco babilónico erigido en el siglo III en un templo en honor a este Baal, y que coinciden en tiempo con la reapertura del Separeum en Egipto, otra coincidencia, esto da para cientos de teorías con la vestimenta de más que numerosos indicios, tantos que no pueden pasarse por alto, su consideración nos da una lectura distinta de los mismos hechos, una sutil liga silenciosa en este mundo que rebosa de teorías que por sus hechos tangibles se resisten a ser vestidas con ideas incompletas, no dan la talla simplemente, un sin fin de nubes desnudas que van a su aire esperando ideas más amplias que intenten vestirlas. 



      
    
      

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