martes, 24 de octubre de 2017

Un extraño rompecabezas

   


   No exagero si comparo nuestro presente con un poderoso huracán que inclemente arrasa todo a su paso, la velocidad que nos vemos forzados a llevar complica nuestra posibilidad de mirar, apenas surge un caso o evento extraño cuando ya está otro más pidiendo atención, la cantidad de información que existe junto con una creciente más que llamativa de hechos que encajan perfecto en nuestra búsqueda, al principio sólo eran historias más menos anecdóticas donde la única huella a seguir era el testimonio del testigo, era lo que quedaba. Hace años no eran muchas, sólo eran un puñado, ahora se encuentran por miles.
   Podemos pensar que esta época donde todos traen cámara y grabadora en el teléfono es una posible causa a este incremento, lo que antes era sólo un relato, ahora está plasmado de alguna forma con la tecnología disponible pero ahí está el misterio, en los casos que se apoyan en dispositivos actuales nos da un mayor número de errores y también trucos que por llamar la atención o por dinero encontramos su porqué, pero están los otros, los que siguen un detalle muy importante, cuando nos topamos de frente con algo que rompe la lógica, cuando cruzamos ese velo entre la realidad y lo intangible la sorpresa y la fuerza del encuentro hace que se olvide ese aparato que daría constancia de aquello vivido. Lo extraño es un acompañante permanente de nuestra humanidad desde hace milenios, sin duda estamos ante experiencias que han traspasado tiempo, cultura y religión que sólo por esto son dignos de seguir su huella, por un caso que es visible existen cientos que por una razón permanecen discretos esperando el olvido del testigo por el efecto causado, pero hay más, existen casos que han ido generando teorías que por mucho tiempo se han catalogado como excesos, locuras de los que buscan y esperan ahí algún indicio o quizá alguna prueba que dé la vuelta a lo que parece impensable. Nuestra historia va de una de esas locuras que difícilmente aterrizan en los terrenos de la ciencia, una pieza de ese gran rompecabezas que es nuestra historia donde en más de una ocasión nos hemos topado con ese muro donde lo que no está aceptado se esconde y aún más, se desacredita de una forma más que sospechosa, pero en este caso las evidencias son tan grandes que no queda más que aceptarlo, la ortodoxia está esperando que pase su efecto, con una difusión fugaz en este presente apresurado y miope sin generar demasiados estragos en la puesta en escena llamada historia oficial.
   La aventura inicia en una bodega perteneciente a el museo Smithsonian en California, donde la versión oficial nos cuenta que un grupo de paleoantropólogos descubren en una caja que al menos tenía 40 años arrumbada y olvidada que contenía los restos de un mastodonte encontrados en el norte de los Estados Unidos en un sitio muy cercano a Canadá, dichos restos tienen muestras inobjetables de que aquel animal fue cazado y comido, de una forma que no deja dudas de inteligencia en el hecho, hasta ahí nada extraño en apariencia, pero al verificar la antigüedad de los restos las cosas se complican, porque los análisis nos dan una cifra de nada menos que 130000 años, época donde la ortodoxia nos dice que no habían humanos aún, los Sapiens estaban en África y faltaban miles de años para ese supuesto éxodo que los regó por todo el planeta, la línea de tiempo reglada y controlada por la ciencia oficial queda hecha trizas, esta investigación surge de uno de los canales más importantes del mundo para la ortodoxia, la revista Nature.
   Este hecho en sí es muy importante, se une y no exagero a cientos de pequeños indicios de civilizaciones anteriores a la cronología oficial pero este cumple con todas las aduanas oficiales que han sido la herramienta para rebatir y hacer a un lado un sin fin de teorías, una pieza del rompecabezas que nos da una vez más hechos para reconocer lo que muchos tenemos claro, hay una historia oculta que por razones extrañas se mantiene en una posición más que discreta pero que uniendo esta pieza a otra, también oficial nos da lo que en poco tiempo será una certeza, una inobjetable… 
   La segunda pieza no es menos interesante, recientemente se han encontrado otra vez pruebas más que claras de la caída de un meteoro, quizá un comenta que cayó en el norte del continente americano hace 12800 años, muestras de nanodiamantes en sedimentos de esa época y también esferas de aire en betas de carbón en literalmente toda América, son una prueba geológica contundente que confirma que dicho objeto celeste cayó en esta parte del planeta en áreas que estaban cubiertas de hielo en ese tiempo y que causó un cataclismo hemisférico, un fin del mundo a la mitad que borró totalmente la huella de vestigios de civilizaciones en un inmenso periodo de tiempo, digamos de hace 13000 años hasta literalmente esos 130000 que la ortodoxia defiende aunque cada vez le cuesta más, las piezas se acomodan poco a poco, los espacios en blanco comienzan a llenarse dando respuesta a ese vacío de presencia inteligente en el continente americano, la primera cultura reconocida es la Clovis con una antigüedad de unos 10000 años, la tecnología satelital nos da imágenes de la cicatriz dejada por aquel objeto que fue el final de una historia, de un mundo que tenía mucho que contar y que sólo un pequeño grupo tuvo acceso a esa historia, hecho que les dio el poder más grande existente, el conocimiento que da la posibilidad de entender contextos que sin ellos sólo podemos teorizar, pero esto no es todo, hay más pero muy lejos de Norte América…

Gobekli Tepe, la llave faltante...


   En un post anterior les hable de un lugar que sin duda está causando una grieta imposible de cubrir, en Turquía se encuentra un templo que de nuevo rompe el estrecho camino de las versiones oficiales, un templo ceremonial cuando se suponía éramos nómadas sin ningún  pensamiento abstracto, es decir la percepción humana de trascendencia, la triada mágica de preguntas, dónde, cuándo y cómo que nos transformaron en los humanos que somos y se suponía hasta antes de este descubrimiento era de unos 6000 años, Gobekli Tepe rompe todo y se va a 13000 años antes de Cristo y que misteriosamente fue enterrado inexplicablemente en ese mismo periodo de tiempo,  pero hay más, los descubrimientos no cesan y los más recientes encajan en el rompecabezas, de manera estremecedora…

El más inusual marcador astronómico


   Los más recientes descubrimientos dan un contexto que de verdad hace que todo lo conocido se fracture, Gobekli no sólo es un templo, es un calendario astronómico que con nuestra técnica actual comprueba que los alto relieves ahí esculpidos son las constelaciones que se podían ver en aquel tiempo y que coinciden con la precesión de los equinoccios, un ciclo cósmico que tiene una duración de nada más que ¡26000 años! la teoría de que aquel extraño enterramiento provocado por los mismos humanos que lo veneraban tenía alguna relación con ese fin cíclico y cósmico es más que razonable, ¿pero cómo podían saberlo? Investigadores se refieren a lo plasmado en el monolito conocido como “Vulture” como el momento de la devastación, el peor día de la historia, si para la ortodoxia éramos apenas nómadas sin pensamiento abstracto, es más que indudable que algo se ha ocultado, las teorías giran sobre esto pero el descubrimiento del cometa da mágicamente la llave para entender porque en esas tremendas estelas pétreas en alto relieve narran en paso de un ente celeste… ¡Hace 12800 años! Parece que las teorías cuadran, por primera vez tenemos indicios físicos que encajan con ese conocimiento oculto y lo que es más importante, con los mitos que la ciencia siempre consideró leyendas sin sentido, sólo consideren por un momento que esas culturas anteriores hicieron esfuerzos que aún no comprendemos totalmente para advertir a los que vinieran después, hacerlo en roca, en construcciones que siguen ahí a pesar de todo lo ocurrido en el planeta nos hace intuir su importancia, en ese mismo Gobekli Tepe se advierte que volverá a ocurrir, las computadoras que han logrado encajar el mensaje indican el paso de esta tierra por un área conocida como Taurid, un enjambre de meteoritos que cruzaremos en el 2030…



   Imaginen por un momento culturas que llevaban la concepción de conocimiento a un nivel impensable desde nuestra estructura de pensamiento, que existen regados por el planeta restos y construcciones que tienen coincidencias inexplicables que nos dan la posibilidad de una conexión, que hablan un lenguaje muy similar, que veneran las mismas deidades con distintos nombres, que entendían el lenguaje de las estrellas con sus ciclos y tiempos, que llegan a la certeza de un inminente hecho apocalíptico que narran de forma distinta intentando advertir de lo que viene y que tienen similitudes asombrosas, que de pronto ese temido día llega borrando civilizaciones de medio planeta y que del otro lado teniendo la misma advertencia y sentir los cambios físicos en su entorno entierran su bitácora de sucesos como en Gobekli Tepe y que sin duda dejaron su legado a un pequeño y selecto grupo de alguna forma, que ese conocimiento fue la piedra angular que nos encontramos una y otra vez en la historia posterior a ese evento, donde un gran diluvio, narrado de muchas formas, la ira de dios  arrasó todo lo existente, pero que también advirtió a alguno para proteger una estirpe que queda como testigo presencial a los sobrevivientes asustados e incapaces de comprender en un mundo distinto en casi todo pero algo quedó, algo que supo interpretar las señales, los templos y que por oscuras razones lo ha ido administrando poco a poco, gota a gota, la pregunta restante perturba, ¿porqué ahora?

Una advertencia de lo que ya pasó y puede pasar de nuevo...


   La trascendencia de estas 3 piezas del rompecabezas es inimaginable aún, la ciencia tenía claro un gran cambio climático en aquel tiempo pero no sabían la causa, el cambio escalonado y temporal deja de tener sentido, fue algo que cambia todo en muy poco tiempo, se habla de unos pocos años, los nómadas cazadores sobrevivientes según la ciencia pero quizá una sociedad avanzada, los pocos sobrevivientes de un fin del mundo parcial se encuentra con extinciones masivas, un efecto invernadero que seco y enfrió un continente y dejó la posibilidad única de migrar, de buscar otras tierras, la posibilidad de que el descubrimiento fuera al revés, de América hacia Europa está ahí discreto pero posible, lunáticos de distintas especialidades lo perciben en extrañas fusiones de lenguaje, mismos términos usados en sitios con una conexión imposible, según una cada vez más nerviosa ortodoxia, construcciones y maneras de ver el mundo, mitos que perviven a pesar de las diferencias geográficas, religiosas y demás impedimentos, el diluvio es la gran llave que abre y cierra el antes y después, la transformación de una humanidad que cambió la caza y la ruta eterna a el nacimiento del humano sedentario que fue de la mano de la cosecha, la agricultura para subsistir y con ello la observación, la curiosidad y el desarrollo del pensamiento como lo entenderemos germinó ahí, en ese tiempo que después de la tragedia, del poder de algo natural pero incomprensible para la mayoría pero que encajó muy bien para asustar con la ira de divinidades que juzgan y castigan por las faltas a una humanidad temerosa fueron también semillas que han dado un fruto extraño y paradójico, nosotros…
   Estamos en el ojo de la tormenta, esta extraña mezcla que somos que a cada paso deja de ser algo casual, evolutivo para descubrirse dirigido y controlado desde siempre por algo más, por algo que ha jugado con ventaja que da saber y entender, herramientas que muchas veces transforman en divinidades a los poseedores de ese oro que les coloca en posición en la que están, pero para rizar el rizo aún más, sin duda tienen ayuda de algo más, algo poderoso y suprahumano que tutela, que advierte, que anticipa y que cobra, que pide tributo por su asesoría, el misterio es la comprensión de esta alianza que hace alquimia impensable entre lo físico y lo intangible, tal vez por eso nos cuesta tanto entender, unos cargados a lo físico, a lo medible y comprobable sin conocer que todas las medidas y leyes tienen truco, por otro lado los espirituales que creen en lo intangible pero sin entenderlo en realidad y se dejan llevar por alguien tan físico y tan humano como ellos que está más por la materia que por el alma y abusa inmisericorde vendiendo la llave, el secreto de lo intangible…
  Quedan unos pocos, unos que miran a lo panorámico, que advierten el truco pero que no alcanzan a pesar de los esfuerzos a ver la pintura completa, la estirpe de los curiosos eternos que son los gigantes del pensamiento que dejan un rastro de indicios, en casos extremos pagan con su vida la osadía, quizá porque estaban muy cerca, algunos más que lo intentan pero que les siguen faltando piezas, que impactan dolorosamente con la legión durmiente que mecánicamente es leal al dogma, al no aunque no sepan el porqué, que tienen acceso VIP al valle de la resignación donde es más cómodo no preguntar, donde los lunáticos no tienen cabida, son mal vistos y es mejor mantenerlos alejados por el bien del no preguntar, el mal pero tranquilo, el esconderse detrás del próximo juego del deporte de moda, de las salidas los viernes, de los estimulantes mágicos para el olvido, servidor se queda con la búsqueda, la solitaria —ahora más que nunca— ruta de las preguntas incómodas, siempre aspirante a la estirpe de los curiosos que por cierto en realidad son huella insuperable y poderosa de ser seres humanos, ni más ni menos.            
     

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