lunes, 20 de marzo de 2017

Un encuentro con lo oscuro

    


El trofeo de mi amigo...






   La rueda del tiempo sigue su inexorable giro, el paso de estación está a unos días de cumplirse puntualmente, la inminente llegada de la primavera nos marca la parte más alta del ciclo creador con su poderoso simbolismo, su llegada inexorable nos recuerda nuestra condición de viajeros permanentes, que a cada paso nos regala situaciones que tienen algo, esas cosas que llamamos casualidades que sin duda son “guiños” para el que está dispuesto a escuchar y cuando nos atrevemos la magia creadora se manifiesta, con su ejemplo nos recuerda que somos también creadores de realidad, ante nuestra sorpresa, el aprendiz se descubre haciendo lo impensable…
   Pero no imaginen a servidor haciendo hechizos en una cueva oscura realizando rituales, la parte más poderosa de la magia creadora es que está ahí, en la más común y corriente calle de una ciudad cualquiera, en mi caso, el ombligo de la luna es mi centro de operaciones y mi ritual es la creación de este puñado de sueños que artesanalmente lanzó al universo esperando respuestas, encontrando a buscadores que cuestionan y laten por las mismas inquietudes, por las mismas preguntas que le dan sentido a una búsqueda permanente que tiene al misterio como norte, encontrándolo en lugares y situaciones que todo tienen menos lugar para su peculiar modus operandi en apariencia, pero está y su presencia inesperada mira sonriente a los lunáticos curiosos…
   Tal es el caso de lo ocurrido en días recientes, me encontré caminando en el centro de la ciudad, buscando en librerías de viejo joyas olvidadas y de paso tomando unas fotografías para ilustrar una futura entrada del blog, alejado mentalmente del bullicio y rodeado de durmientes que van más preocupados del embrujo de las pantallas de sus dispositivos, hipnotizados por el mundo bidimensional, ajenos a lo que que pasa en la tridimensional realidad, la que podemos sentir y percibir directamente y que siempre da algo qué ver, en ese extraño enlazamiento entre dos mundos, un durmiente salió abruptamente de su trance al impactarse en mi persona a pesar de mis esfuerzos por evadirlo, pero la molestia se transformó en sorpresa, el durmiente era un antiguo conocido, uno que no veía hacía más de veinte años.
   Después de la sorpresa y unos cuantos insultos de mi parte por su pertenencia al clan de los durmientes un café surgió inevitable, para actualizarnos del qué y cómo habían sido todos esos años y contarnos el guión que el destino había escrito para nuestras vidas.
   Los pormenores giraron en torno a lo habitual entre dos hombres que se conocieron veintiañeros que ahora transitaban los cuarentas, él estaba orgulloso de los éxitos logrados en el plano profesional, el reconocimiento y la economía desahogada le eran habituales, su vida en esta realidad era lo esperado, logros perceptibles y contables que al parecer le daban la dosis requerida para su satisfacción, le deje hablar, hábito frecuente en servidor que da frutos inesperados en mis búsquedas detrás del esquivo misterio y esta ocasión no sería la excepción…
   Después de tres tazas de café y un monólogo de sus logros de poco más de una hora tocaba mi turno, nunca he sido de hablar de mí y no soy de voltear al pasado, sobre todo cuando se trata de situaciones habituales y corrientes en la vida de cualquiera, —¡soy un cualquiera!— así que en quince minutos estaba por concluir hasta que su expresión de “todo bajo control” sufrió un cambio inesperado, al comentarle brevemente el objetivo de mi búsqueda y todo lo que está alrededor de ella, fui bombardeado por un sinfín de preguntas, habituales para mí pero sin duda mi amigo estaba cruzando un camino poco recorrido, su expresión iba cambiando, el temor estaba susurrándole de cerca y sin duda no era algo que hubiera querido provocar en aquel hombre hasta unos instantes con el control total, mi instinto me alertaba sobre algo. Sin más le pedí me contara qué había recordado y que sin duda le angustiaba, y así me disparo a bocajarro si en verdad creía que existieran “cosas raras” mi respuesta fue sin duda la llave para que abriera el baúl de sus recuerdos, esos que se tienen en cuarentena y se evitan, con ellos ocurre un extraño mecanismo que hace que literalmente se olviden, hasta que un lunático choque contigo en un día cualquiera.
   Entonces salió a flote, el recuerdo encapsulado por más de veinticinco años, una experiencia que marcó un antes y un después en la vida de este amigo que me hizo jurarle que nunca diría su nombre y que frente a este buscador regreso a su pasado, once años recién cumplidos y una visita de su familia completa a una comida con un buen amigo de su padre que vivía en el mítico Tlatelolco, zona marcada con sangre en dos ocasiones, hechos que los habitantes del ombligo de la luna no olvidamos, la masacre del 2 de octubre de 1969 y después el 19 de septiembre de 1985 con el terremoto reciente más poderoso vivido por esta tierra adolorida y que para mí amigo era inolvidable también, por su particular vivencia, experiencia que ocurrió en 1983 y que nada tendría de recordable si no fuera por esos hechos que por alguna razón nos hacen cruzar el velo entre lo físico y lo del otro lado, que a veces no es agradable, esas cosas que son oscuridad y que cuando se viven pasa una vida entera en que el protagónico se pregunta miles de veces… ¿Porqué?
   El inicio de este viaje no fue llamativo, llegar a una casa desconocida, gente nunca vista por un chaval que hubiera preferido mil opciones antes que la de visitar a extraños, los hijos de esta familia eran un chaval de edad similar y una jovencita pocos años mayor que miraba a su hermano y a los visitantes —mi amigo y su hermano— como pequeños inconvenientes qué cuidar, pero la magia de la infancia fue derrumbando el hielo inicial y en poco tiempo congeniaron, el juego como moneda común hizo el resto, una pelota y el querer divertirse los transportaron a unos largos y amplios andadores del inmenso complejo habitacional, un juego siguió a otro y las escondidas eran una posibilidad perfecta, la escenografía natural a disposición, jardines, corredores y recovecos por descubrir eran irrechazables. Así mi amigo se miraba buscando un escondite, se introdujo en el mismo edificio donde vivían sus nuevos amigos pero por una entrada distinta, la más alejada de aquel edificio inmenso, se miró subiendo unas escaleras que le parecieron interminables, subía apresurado y escuchaba a lo lejos el conteo de la muchachita que por edad y conocimiento del lugar era un reto a vencer, la sonrisa de mi amigo escapó de su rostro mientras recordó la primera señal de lo extraño, sin saber porqué dejo de escuchar el conteo de su compañera de juego, de hecho al recordarlo cayó en cuenta en que lo único que escuchaba eran sus pasos apresurados mientras subía las escaleras, el temor hacia su aparición, no en el chaval buscando escondite sino en el adulto medio que volvía a vivir aquello, la ausencia de sonido iba acompañada de la sensación de estar siendo observado, no era agradable, la expresión de su rostro me hacía imaginar la sensación de aquel hombre, sin saber porqué sintió la necesidad de mirar hacia arriba, se sentó en las escaleras y saco la cabeza por entre los barrotes del barandal y miro a lo alto, y ahí estaba eso… su apresurada respiración me preocupo, una palidez en su rostro me hizo temer algo malo físicamente, su corazón quizá, trate de que interrumpiera su viaje al pasado pero no me escuchaba, su voz entrecortada describía a eso, una figura inmensa, su mente adulta repetía que casi pegaba con el techo de la construcción, su cálculo quizá cercano a los 3 metros, le cuestioné si era una sombra y me repetía mientras se le escapaba una lagrima que no era sombra, era el negro absoluto y aunque no veía el rostro o facciones en aquello, estaba completamente seguro que le miraba y que tenía cuernos…
   El terror de verdad no necesita efectos especiales o sonido estereofónico, su narración ahogada entre lágrimas y la manera de mirarme me hicieron sentir miedo, del genuino, del que nada tiene que ver con la postura o la exageración, aquel hombre lloraba como lloró aquel niño de once años que corrió como jamás en su vida lo había hecho ni antes ni después, al tratar de tranquilizarlo mi amiga la curiosidad no pudo reprimir preguntarle cómo termino aquello, un poco más calmado me dijo que lo siguiente en su memoria fue verse solo en una feria ambulante que estaba no lejos del edificio de sus amigos, jugando al tiro al blanco y ganar una figurita como premio a su puntería,  que luego regalaría a su madre, luego se miró regresando al departamento y ser interceptado por su compañera de juegos que le reclamó su fuga sorpresiva que podría haberle costado un buen regaño de su padre si aquel tonto niño se perdiera…
   Ahora reflexionemos, cuando nos enfrentamos a hechos o situaciones vividas sin que estas se respalden de algo más que el dicho del testigo nos enfrentamos a todo lo que gira en torno a quien nos narra una vivencia, en este caso mi amigo me  ofrece datos interesantes, el tiempo en que le traté en el pasado, servidor en aquellos tiempos ya llevaba en el alma la incógnita y la curiosidad por el misterio aunque debo decir que era algo privado porque en ese tiempo no era popular ni mucho menos hablar de esas cosas, era de locos e ignorantes y por tal razón mis dudas y pensamientos nunca fueron externados y menos con mi amigo que por su parte era un joven promedio más interesado por el misterio de la mirada y los curvados caminos de una mujer, en cuanto tenía nueva novia sus amigos —yo incluido— pasábamos a estar al margen de su tiempo, su peinado y la marca de su ropa o calzado era su prioridad, jamás le hubiera imaginado interesado en lo intangible, nuestro reencuentro fue congruente con la imagen que tenía de él, pero al saber mi interés en esto algo se activó en sus adentros y aquel recuerdo brotó poderoso, pero su historia es totalmente desconocida por sus padres, su mujer y sus hijos, ¿qué razón tendría para confiármelo? Por esto y más pequeños detalles que un buscador ve cientos de veces, creo que algo real ocurrió en la vida de mi amigo, la gran incógnita es descubrir la causa, que tiene dos hipótesis básicas, algo interno que pasa por la compleja y desconocida maquinaria que es nuestra mente y la segunda que es más desconcertante, la posibilidad de que algo externo, ajeno por completo al testigo que actúa causando una puesta en escena exclusiva para un elegido o elegidos, pero… ¿Porqué?
   Luego viene el contexto, el gran cuadro donde encontramos casos similares y este caso encaja con un misterio fascinante, la aparición de entidades —por llamarlas de alguna forma— que son augurio de males y tragedias, en cuanto me contó su vivencia llegaron a mí los míticos casos del “Hombre Polilla” una entidad oscura, ojos rojos y alas que causó terror en los Estados Unidos y que fue el anticipo de una tragedia donde el puente que conectaba la pequeña y tranquila Point Plessant cayó a un río helado muriendo más de cincuenta personas, o la visión de similares entidades en los alrededores de la planta nuclear en Chernovyl en la lejana Rusia dejando la peor tragedia nuclear hasta ese momento y nuestro caso, mi amigo vio a un ser que el consideró el diablo en persona, dos años antes de aquel terremoto que devastó la ciudad y Tlatelolco fue especialmente dañado con el derrumbe de varios edificios del complejo habitacional, de hecho uno de los edificios caídos, el Nuevo León estaba a menos de 200 metros de donde el diablo interrumpía la tranquilidad de un día cualquiera de mi amigo…
   Por último viene la más inquietante para servidor, imaginen la zona centro de una de las ciudades más grandes del mundo, donde coexisten más de 20 millones de personas día a día, calculen la posibilidad de tener un encuentro “casual” entre un lunático buscador de misterios y un viejo conocido que tuvo una aterradora experiencia inédita hasta ese instante, con 25 años de distancia…
    Creo que somos aprendices de hechiceros, que hemos olvidado un antiguo arte, tal vez este olvido ha sido provocado y sólo cuando nos topamos con estas rupturas de la realidad somos conscientes de esta posibilidad y aún más, estoy convencido que existe un porqué, una razón para que seamos actores de “Causalidades” como esta, el misterio, mi misterio con mayúsculas es descubrir por y para qué…    

No hay comentarios.:

Publicar un comentario